Acerca de la vida y algo más

En la tristeza me encuentro, y en la alegría encuentro el mundo que me rodea. Eso expresa bastante bien lo que habitualmente siento, o sentía, más que todo cuando estaba en los últimos años de colegio y primeros de universidad.

No quiero atormentarlos con mis tormentos, pero fue algo que salió repentinamente. En el pasado casi que me gustaba estar triste, porque me permitía reflexionar y pensar sobre mi vida y mi papel en ella.

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Y hablando de vida, la actual diría yo que es la vida de la inmediatez. Todo lo queremos para ya mismo, no soportamos esperar un poco, y eso implica que no soportamos esforzarnos un poco, porque el esfuerzo significa algo de tiempo. Y somos así no porque lo queramos conscientemente, sino porque el mundo y la sociedad misma se encargan de enterrar esa sensación a diario. Las universidades quieren que los estudiantes acaben más rápido sus carreras, las empresas buscan que las investigaciones y desarrollos  de productos acaben lo más pronto posible, nosotros queremos obtener todo de inmediato, nos quejamos de la lentitud del internet, del trancón de la mañana, de las filas en el banco, de......

Y seguramente todos los que por casualidad o desatino lean esta nota habrán sentido alguna vez esa sensación, de que sienten que están perdiendo el tiempo, que no avanzan, que esto o aquello es muy lento. 

Tal vez sí. O tal vez no. Depende de la situación. Como siempre he dicho, no se puede generalizar. Pero sí estoy seguro de algo, y es que aunque esa ambición de ahorrar tiempo ha llevado a la humanidad a desarrollarse, también le puede causar algo de daño, porque eso de estudiar lo que antes tomaba 5 o 6 años en 3 o 4 no puede ser igual, porque desarrollar un producto en menos tiempo puede traer problemas de calidad en un futuro, y sobre todo, y por encima de todo, porque la vida pierde su alegría y su belleza cuando se vive con apuros, ya que las maravillas del mundo descansan en las pequeñas cosas, y para poder detectar esos resquicios del momento, es necesario caminar lentamente, respirar profundo el aire fresco de una mañana y mirar la inmensidad del sol.