La Cabaña


- Martín, pero ¿no crees que es una decisión muy radical? Piénsalo bien, no vas a tener las comodidades a las que estás acostumbrado. No vas a poder llegar y simplemente presionar el interruptor para tener luz, no vas a poder bañarte con agua caliente, ¡ni siquiera vas a tener una ducha!

- Ya lo sé, le respondió Martín a Jorge. - Pero no quiero pertenecer más a esta sociedad, no quiero saber más de sus injusticias, no quiero ser partícipe de su destrucción, no quiero ser testigo de la corrupción sin poder hacer nada. Quiero alejarme, no quiero aportarle nada a ella, y por tanto, no quiero recibir nada de ella. Me parece lo más justo.

- Entiendo, dijo Jorge. - Entonces también eres consciente de que tendrás que recoger leña para hacer tu propio fuego, y que tendrás que cazar tu propia comida, ¿no? Si no quieres recibir nada de esta sociedad, eso implica que no puedes aprovechar todo el sistema industrial desarrollado en el último siglo para ir a un supermercado a conseguir fácilmente tu alimento. ¿Estás dispuesto a hacer eso?

- Llevo pensándolo mucho tiempo…y no, no estoy dispuesto a cazar para conseguir mi propio alimento. No soy capaz de matar a otro ser vivo para convertirlo en mi comida. No sería capaz de causarle dolor, ver su pánico, su angustia, escuchar sus gemidos, sentir su respiración agitada, sus movimientos descontrolados. Así que voy a alimentarme de frutas, verduras, de las que haya por allí cerca, y de las que yo plante también.

- Dudo que lo logres, pero bueno, el tiempo tendrá la respuesta. Tu planteamiento también incluye que no puedes comprar tu ropa. Entonces, ¿ya sabes coser? Jajaja

- Tengo suficiente ropa como para vivir un buen tiempo sin problemas. Y durante ese tiempo, de alguna manera aprenderé a fabricar mis propios atuendos. Ya no necesitaré elegantes sacos ni costosos zapatos para impresionar a nadie, así que me bastará con prendas que me protejan del clima, del entorno y de posibles amenazas.

- Creo que lo ves todo muy fácil Martín, dijo Jorge. – Como que no te das cuenta de la magnitud de lo que piensas hacer. Planeas renunciar a tu trabajo, abandonar a tu madre, e irte a vivir solo en una vieja cabaña que ha estado deshabitada por más de cincuenta años, totalmente alejado de la civilización, donde un loco tío tuyo quiso pasarse de listo y de <<especial>>, y murió en el intento. Pienso que deberías analizarlo con más calma.

- Jorge, llevo pensándolo veintiocho años, ya fue suficiente. Estoy cansado del mundo, y de personas como tú que intentan decirme lo que debo hacer. Además, no he dicho nunca que no quiera ver personas. Solo me quiero alejar de este enfermo sistema. Mi familia y amigos podrán visitarme cuando quieran. Pero ciertamente, no estaré muy contento de que tú vayas.

- Aunque sí hay algo que me molesta, dijo Martín luego de unos segundos de silencio. Apartarme de la sociedad y no querer ningún tipo de relación con ella implica también no nutrirme de su cultura, de su historia, de sus libros, arte y ciencia. Significaría igualmente no poder compartir mis escritos, mis dibujos, las esculturas que talle en trozos de madera, o las canciones que componga. Si llego a desistir de mi iniciativa, será a causa de eso, más que por falta de comida. O de internet, y esbozó una ligera sonrisa.


Martín no había tomado esta decisión a la ligera, de verdad llevaba mucho tiempo pensando al respecto. Estaba abrumado por su estilo de vida, y quería hacer algo para darle un giro completo. Sentía que las cosas en el mundo debían hacerse de una manera diferente, y que en realidad no era tan difícil de hacerlo, simplemente a cada quien debía dársele lo que le correspondía.

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