La otra vida
Ese domingo 27 de noviembre de 2011, yo le ayudé con aquello que me
preguntó acerca de la portada de su libro, la cual estaba modificando
en ese pequeño computador donde apenas le cabían unas manos tan grandes
como las mías.
Ese mismo domingo, puse bien el
rollo en la cámara fotográfica analógica que había comprado pocos años
antes para poder cursar una electiva en segundo semestre de la
universidad. Lo puse bien y le saqué dos buenas fotos, en una miraba la
pantalla del computador, sentado a la mesa del comedor, y en la otra
miraba a la cámara luego de escuchar el clic del obturador.
Al
lunes siguiente él llegó a tiempo a la misa de 6 pm que alguien de la
familia le había organizado en esa iglesia tan bonita de Pereira que
tiene aires góticos. Era una misa para orar por su cirugía. La verdad no
recuerdo la ceremonia, solo recuerdo que él apareció al inicio de la
liturgia, y no cuando todos estábamos saliendo. Creo que había muchos
familiares, tías, mi abuelo, mi mamá y yo.
La
tarde del mismo lunes yo no me senté en mi cuarto a hacer mis
importantes cosas, sino que estuve con él mientras le daba instrucciones
a un obrero que estaba haciendo arreglos en el apartamento. Y en la
noche no me dormí cuando íbamos en el carro a recoger unos exámenes, de su
corazón, creo.
A la mañana siguiente, el
día de la cirugía, el martes 29 de noviembre, me levanté temprano, me
bañé, desayuné con mi papá y mi mamá por segunda vez desde que había
regresado a Pereira esas vacaciones, y nos despedimos de mi hermano al
salir para la clínica. Él le dijo a mi hermano "te amo", y él medio
dormido le respondió, "yo también". Así que no fui yo quien dio esa
respuesta al darle un leve abrazo.
La
noche anterior lo había escuchado grabándose en su cuarto, sentado en
una silla, mientras mi mamá dormía, usando su sencilla cámara digital de
la época, diciendo algunas palabras para todos, en caso de que luego de
la cirugía no tuviera oportunidad. Fueron tres intentos de grabación.
Hace mucho no los veo, quedaron en el olvido, pasaron desapercibidos. No
los atesoro como los mejores filmes de la historia cinematográfica.
Cuando
llegamos a la clínica estaba mis tías y mi abuelo, quien se alegró de
ver que había acompañado a mi papá. Me gustaba ver a mi abuelo, con sus
comentarios precisos y su sonrisa de galán. Tenía casi 90 años pero
estaba fuerte y tranquilo. Mis tías un poco nerviosas, un poco más que
mi mamá y yo, la verdad.
Nos despedimos de
mi papá, y él y mi mamá entraron a la sala de cirugía. Comenzó la larga
espera mientras hablaba un poco con mis tías, con mi abuelo, leía un
poco del libro que había llevado, y a las 4 o 5 horas salió mi mamá,
algo cansada pero aliviada, y nos dijo que todo había salido bien.
En
la tarde de ese mismo martes, o del miércoles, no sé, pude entrar a
verlo a la UCI. Abrió los ojos, me sonrió, creo que me preguntó que qué
veía en las señales de los equipos médicos, y al describírselas, me dijo
que todo estaba bien. Le di un beso en la frente y mi mamá entró.
El
jueves no nos dijeron que había amanecido grave, sino que en la tarde
de ese día lo pasaron a un cuarto de la clínica. Desde el martes me la
había pasado en la sala de espera, pendiente de lo que dijeran los
médicos, casi no había ido al apartamento y hasta me había perdido una
presentación teatral de una prima.
Ese 1 de
diciembre en la tarde comencé a acosarlo para que se mejorara rápido y
pudiéramos ir a jugar FIFA en el XBOX 360 que recién le había comprado a
un compañero de la selección de karate de la universidad a muy buen
precio. Él era fanático de ese juego, casi que era lo único que jugaba, y
en todas las consolas que habíamos tenido mi hermano y yo nunca faltaba
un juego de fútbol para poder jugar con él. El nuevo XBOX incluía como
50 juegos y además los instrumentos de Guitar Hero. Quería que él
probara también esta última adquisición, a final de cuentas iba a tener
como dos o tres meses de recuperación.
El
viernes los médicos lo vieron muy bien, y nos dijeron que si al día
siguiente continuaba así, podría irse para la casa, y así fue. Ya en el
apartamento pudimos ver bien la tremenda herida que le habían tenido que
hacer en el pecho, y mi mamá dijo que era porque tenía el corazón muy
grande, casi perfecto, como de libro de anatomía. Las grabaciones que
había hecho con su cámara fueron desplazadas a una memoria USB, y con
sus propias palabras pudo decirles a todos los que lo visitaron cuanto
apreciaba que estuvieran pendientes de él.
La
semana siguiente nos la pasamos viendo televisión, jugando FIFA y
viendo The Walking Dead junto a mi hermano. La noche del jueves 1 de
diciembre habían pasado por Fox un capítulo muy bueno, el cual me había
perdido, así que nos dedicamos a intentar verlo por internet con la
intención de convencerlo de que se uniera al club de fans. No lo
logramos.
Comentarios
Publicar un comentario