No estás

 Catalina está esperando impaciente en su silla. Ya ha pedido dos cafés  y Lorenzo aún no llega. Ya llevan un mes de novios pero ha sucedido algo terrible que puede cambiar su relación, y Catalina debe contárselo a Lorenzo. Quiere contar con su apoyo.

Catalina mira hacia la puerta y da un suspiro de tranquilidad cuando el chico por fin aparece entrando al lugar. Como siempre, no se dirige a nadie ni tampoco cruza miradas con otras personas. Simplemente entra, se sienta y sonríe.

— Hola Cata —  y la besa en la boca.
— Hola Lore — dice ella
— ¿Cómo estás? ¿por qué tienes cara de preocupada? — le pregunta Lorenzo
— Lore...lo que pasa es que...tengo que contarte algo grave.

Lorenzo se la queda mirando en silencio unos segundos, y luego toma una de sus manos.

— Dime Cata, sabes que puedes contar conmigo.

Catalina se siente más tranquila al escuchar estas palabras, y decide entonces decirle de una vez qué es lo que sucede.

— Lorenzo, estoy enferma — le dice mirándolo fijamente a los ojos, y con una voz apenas perceptible. Sus ojos se habían puesto un poco rojos.
— ¿Enferma de qué?
— Escucho voces, y a veces veo cosas que no están de verdad.
— ¿Qué?
— Sí, ya sé que es raro. Solo hasta poco antes de conocerte empecé a notar algo diferente en mí, pero no le presté atención. Últimamente se ha ido agravando...así que decidí contarle a mis padres. Me llevaron a varios médicos, y todos coincidieron en que debo internarme por un par de meses en una clínica para seguir un tratamiento que controle la situación. Después de eso regresaré y podré seguir con mi vida normal, mientras tome mis medicamentos
— ¿A dónde irás?
— Hay varias opciones, todavía no lo hemos decidido. Pero todas son fuera del país.
— ¿Entonces no podré verte?
— Lorenzo...por eso te cité hoy acá. Acá nos hicimos novios, y acá quiero pedirte que me esperes. No quería decirte esto por teléfono, quería que lo supieras mirándome a los ojos. Quiero que sigamos juntos, sólo espérame dos meses, ¿si?
— ¿Qué te dicen las voces? ¿Quiénes son?
— No sé quiénes son. No son voces de personas conocidas. A veces no me doy cuenta cuando aparecen. Simplemente de un momento a otro me doy cuenta que me están diciendo cosas. Me dicen "No le creas", "Róbate eso", "Vete de acá", y cosas parecidas. Bueno...últimamente me dan ideas diferentes...un poco más...agresivas. Por eso decidí hablar con mis padres, porque no quiero seguir escuchándolas.
— ¿Qué significa más agresivas?
— Escucha Lorenzo, no quiero hablar de eso ahora.
— ¿Quieres que te espere?
— Si
— Entonces, ¿qué significa más agresivas?
— ¿En serio me estás chantajeando con esto? No puedo creerlo.
— Solo quiero que me demuestres confianza.
— Creía haberte demostrado suficiente confianza diciéndote que le iba a contar a mis padres sobre ti.
— ¿Y ya les contaste?
— No, las cosas son diferentes ahora. Les contaré cuando regrese de la clínica.
— Eso significa que me sigues escondiendo, y además, que no confías en mi. Creo que voy a usar esos dos meses para reflexionar sobre nuestra...
— Que te mate —dijo Catalina
— ¿Qué? — dijo Lorenzo
— Las voces comenzaron a decirme que te matara. ¿Estás contento?

Lorenzo se quedó callado, con la boca abierta. Bajó la mirada y siguió en silencio por unos segundos.

— ¿Señorita se encuentra bien? — pregunta alguien por detrás de Catalina

Catalina se sobresalta un poco, pero gira y se da cuenta que solo es la mesera.

— Si, si. Gracias, estoy bien. Creo que debemos aprovechar y pedir algo,  ¿no Lore?

Lorenzo se quedó en silencio, con la mirada baja. Catalina supuso que aún estaba sorprendido por lo que ella le había dicho, así que se volteó nuevamente y dijo:

— Tráenos dos capuchinos y dos donas por favor.
— ¿Todo para usted o algo para llevar? — preguntó la mesera, con cara confundida.
— Un café y una dona para mi, y otro café y otra dona para Lorenzo —, respondió un poco extrañada Catalina.
— ¿Se los traigo ya o cuando llegue su acompañante?
— ¿Cómo que cuando llegue mi...? — Entonces Catalina abrió mucho los ojos y se giró bruscamente hacia Lorenzo. Ahora lo entendía.

No había nadie sentado allí.





Comentarios