Mi manifiesto

Foto de Christopher Ruel en Unsplash



Este es mi manifiesto. Esto es lo que pienso, he venido pensando, he pensado, hago, he hecho, hice o haré.

Me llamo Camilo y definitivamente soy una persona diferente a cualquier otra, así como tú eres diferente también de cualquiera. Pero yo lo digo porque lo reconozco, porque lo quiero reconocer, mostrar y demostrar. Siempre he pensado que soy una persona diferente, que la mayor parte de su vida ha estado en el contexto equivocado, debido a lo cual he desaprovechado, más no desperdiciado, algunas de mis aptitudes. Y aunque he tenido la posibilidad de cambiarme de contexto, y tal vez vivir en el espacio que creería más adecuado para mi, no lo he hecho. ¿Por qué? Porque me di cuenta que en el primero puedo ser rey, pero en el segundo puedo llegar a ser súbdito. Porque ese otro espacio es de competencia, de mostrarse, de alzar el pecho y decir "Yo soy mejor que tú", decirlo con odio y con resentimiento. Así que mejor me quedo en el espacio de acá, con las personas normales (lo siento, pero no soy normal), y vivo feliz con ellas, con sus preocupaciones menores, pero también con sus metas menores.

Tengo la particularidad de que siempre quiero hacer cosas que nadie ha hecho antes que yo, motivo por el cual siempre me dicen de entrada, "eso no se puede", "estás muy pequeño" (casi siempre fui el menor de todos en los cursos o clases que tomé de cualquier cosa), o "no te va a alcanzar el tiempo". Estudiar dos carreras, trabajar como empleado, estudiar una lengua, estudiar una ingeniería y fundar una empresa, SÍ, lo pude hacer todo al mismo tiempo, aunque algunos no me dijeran nada, dándome a entender que creían que no se podía, que era muy duro. Tenían razón en la mitad de lo que dijeron: fue duro, pero sí pude hacerlo. Ahora estoy más metido en mi empresa que en cualquier otra cosa, y cuando le cuento a alguien sobre eso, me dicen "ah bueno", sin mucho interés, dándome a entender la mayoría de las veces que no les importa, o que creen que no voy a ser capaz. Les daré unos años para que reflexionen. Lo bueno de ser el primero en hacer tantas cosas, es que me doy cuenta de las grandes metas que puedo alcanzar, y voy cogiendo experiencia y confianza en mí mismo. No soy terco, pero si perseverante, y si no me argumentan claramente su opinión, seguiré hacia adelante como si no me hubieran dicho nada.

Empecemos con lo mundano, con aquello de lo que no es justo enorgullecerme, porque no he hecho nada para obtenerlo (bueno, casi nada). Físicamente me reconocen a kilómetros. Soy más alto que el promedio de personas de mi país (y tal vez de varios países de la región), calzo como un basquetbolista, no tengo caries (mis papás son y fueron odontólogos), puedo escribir con la mano izquierda, no uso gafas, muchos me dicen que tengo buena caligrafía (pero yo considero que mi amigo de infancia Daniel Camilo Henao Duque escribe mejor; mi letra comienza a desfallecer después de un rato y además depende mucho del tipo de lapicero que esté usando) y mi tipo de sangre es O-, así que puedo darle de mi preciado líquido a quien sea, pero únicamente puedo recibir de ese en específico. Para rematar, heredé de mi mamá la peculiar característica de tener canas desde muy joven, como desde los 17 años. Ahora, en el 2015, tengo 24 años, y por tanto exhibo más cabellos blancos. Ya casi que me acostumbro a que me digan "¿usted tiene canas?", ya casi que lo cojo como un cumplido, pero aún me falta un poco de madurez para hacerlo, y por lo general siento un impulso de responderle a esas personas "No, me echo sal en la cabeza todas las mañanas" Y no contentos con eso, no falta el que deje de verme dos meses y cuando nos reencontramos, vueeeeelve y me dice, "Oiga, está muy canoso", y yo nuevamente con esas ganas de decirle, "oiga, si no me dice en este instante, le juro que no me doy cuenta, desde mañana dejo de serlo". Idiotas.

Ahora, vámonos con aquello de lo que SÍ tengo derecho a enorgullecerme, en parte. Voy a mencionar todo (o casi todo, no sé si me escapa algo) lo que obtenido en la vida hasta ahora, lo cual siempre ha sido a pulso, siempre con esfuerzo, demostrando que soy capaz y que me interesa hacerlo. Nunca me han dado algo así porque sí, siempre ha habido una razón, un trabajo previo, un motivo. No soy de los que mendigan nota al final de una materia. No soy aquellos que obteniendo 4.3 quieren tener 4.5 (en escala de 0 a 5), ni de los que piden más nota para poder seguir manteniendo una beca. No. Lo que fue, fue, y lo que obtuve, si fue justo, lo acepto.

Hablo bien inglés (como resultado de haber estudiado como durante 8 años, los sábados, y luego en las noches, en el Centro Colombo Americano de Pereira), como para mantener una conversación o recibir una clase, aunque me aburro pronto de escuchar tantas vainas en otro idioma. Tal vez necesito pasar un buen tiempo en un lugar donde sólo hablen eso como para que mi cerebro se acostumbre y deje de hacer traducciones simultáneas. Estaba aprendiendo francés, y pienso seguir haciéndolo, pero mi capacidad actual apena si llega como para orientarme en una ciudad. ¿Mantener una conversación? Tal vez, con un niño de 6 años. Ahora, en el ámbito deportivo soy bueno, no soy Usain Bolt, pero entreno karate, he llegado a primer Dan (tal vez  nunca pase de ahí, y no me trasnocha hacerlo), y durante todo el colegio jugué fútbol, y me destaqué sobre todo en tenis, ganando algunos torneos entre compañeros y dentro del colegio, nada "sobrenatural". En la universidad inicié con el karate, con el cual sí gané bastantes torneos (aún lo practico, pero ya no competitivo), todos inter-universitarios, tanto en kata equipo como en kumité, llegando a obtener oro en ambos. Con esa selección alcancé a viajar a torneos nacionales universitarios en Manizales (2009), Bucaramanga (2010), Medellín (2011) y Cartagena (2012), y muchos más torneos locales y regionales. Por otro lado, en baloncesto soy regular tirando a malo, y esa es otra vaina que me molesta, que cuando me conocen, me dicen, "ah, usted debe jugar bien baloncesto", solo porque soy alto. Pues NO, no soy bueno, ni me gusta de a mucho, juego únicamente porque a mi hermano le gusta, y me gusta pasar tiempo con él.

El ajedrez me gusta, e intenté y sigo intentando convertirme en un buen jugador, pero casi no le dedico tiempo. Y otros deportes, como el voleibol, ultimate o natación, los juego o práctico ocasionalmente, pero no me apasionan, ni soy experto en ellos.

Sigamos con el ámbito académico. En el colegio siempre fui el mejor (lo siento, pero tengo que decirlo), siempre izaba bandera, hacía las mejores exposiciones, participaba en obras de teatro, en concursos de ortografía, e infinidad de cosas más. Fue hasta once grado que el rector de ese entonces decidió darme media beca en la mensualidad por mis buenos resultados académicos (de toda la vida, no sólo de once). Nunca lo pedí, nunca lo esperé, pero me generó mucha satisfacción.

Cuando estaba en noveno grado hice un técnico en diseño gráfico y publicidad, en un instituto que se llama American Business School, en Pereira. Fue algo extraño, pues de hecho nunca entendí el porqué mis papás me incitaron a estudiar en aquella ocasión. Ellos solo dijeron, "¿quieres estudiar algo de este tipo? es un curso relativamente corto (bueno...dos años, todos los sábados), y sirve para ejercer profesionalmente". Yo lo veía como algo más de tantos cursos que hice durante mi infancia y preadolescencia; curso de natación, de dibujo, pintura, plastilina, ¡billar! (ese sí que es increíble que lo haya hecho, ¿cuántas personas conocen que hayan hecho un curso así?), conducción, equitación, piano (ese aún lo practico), tenis de mesa, microfútbol, teatro, léctura rápida (ese aún me sirve, no leo tan rápido como dicen o decían en la publicidad, sobre todo porque le perdería gusto a la lectura, pero si me ayuda a avanzar en los textos; y eso que no aplico todas las técnicas que me enseñaron), etc. Así que lo tomé sin mucha preocupación, pero sí con compromiso, como todo lo que he hecho en la vida.

Cuando llegué al primer día de clases del técnico, me di cuenta de que eso que parecía sin tanta relevancia para mí, significaba para muchos otros su futuro, y la posibilidad de cambiar su situación de vida. Personas de todas las edades, de todos los estratos socioeconómicos, con todas las historias, de todas partes de Pereira. Eso me permitió ver que existían otras realidades, otras vivencias, que no siempre iba a estudiar en lugares ultramodernos, ni con personas con historias de vida similares a la mía, ni con todos los recursos necesarios para llevar a buen término las clases. Eso me mostró la realidad de muchas de las personas de mi país.

Bueno, no nos pongamos nostálgicos ni depresivos. Les estaba hablando de mis logros académicos. Luego de estudiar en el ABS, vino algo inesperado, el reconocimiento del programa Mario Galán Gómez de Ecopetrol. Esa vaina si fue una tremenda sorpresa. Sí, yo sabía que me había bien en el ICFES, ahora SABER-11 (demasiado bien a mi parecer, pues en uno simulacro había quedado como en el puesto 60 y pico, y un ICFES que presenté antes del obligatorio, como para conocer cómo era la vaina, quedé como de 40 y algo), puesto número 1 a nivel nacional (esos puestos son como por grupos de 500 personas, así que había 500 números 1 en todo el país), pero no me hacía muchas ilusiones, porque aunque me iba bien en el colegio y creía que me merecía un reconocimiento como ese, tenía algunos compañeros que me hacían sentir inferior, me disgustaba su trato, sus comentarios ofensivos y prepotentes, siempre sacando a relucir que "yo saco la misma nota sin estudiar tanto", y por tanto pensaba que alguno de ellos lo iba a obtener. Además, uno de estos personajes también tuvo el puesto número 1.

Así que empecé la universidad sin imaginarme siquiera que estaba siendo analizado por parte de los encargados del programa Mario Galán Gómez. Me fui para Bogotá, sufrí grandes tropiezos conociendo la ciudad, y luego volví a Pereira para semana santa. Fue ese anhelado primer retorno, luego de dos meses fuera de casa. Uno de esos días, creo que me levanté por el sonido del teléfono. Contesté, preguntaron por mi, y me dieron la buena nueva: estaba entre los candidatos para ganar el reconocimiento Mario Galán Gómez por parte de Risaralda. ¿WTF? No me lo podía creer. El proceso de selección fue largo, tuvieron en cuenta los ingresos económicos de mis papás, mis notas en el colegio, y otra cosa que no me acuerdo. Incluso visitaron la casa de mi abuelo en Bogotá, en donde vivía en aquel entonces. Me hicieron entrevista, me preguntaron que si estaba estudiando lo que de verdad me gustaba (obviamente les dije que sí, aunque no es mentira, pero no les iba a decir que mi primera opción había sido literatura en lugar de ingeniería en mecatrónica), que porque en el ICFES me había ido muy bien en el área de sociales (incluso me dieron un reconocimiento Andrés Bello en esa área, pero sólo por parte del Risaralda; igual, eso como que no sirve para nada, al menos el regional, no sé como sea a nivel nacional), y listo, hasta ahí fue todo. Creo que después me llamaron o me notificaron vía email que había sido seleccionado, y que el evento de premiación iba a ser en tales fechas en tal lugar. Eso fue una gran experiencia, pero es otra historia.

Así que ya vamos con media beca en el colegio, beca completa de la universidad, técnico profesional, deportista y bilingüe, y eso que apenas iba en primer semestre. En esa época y debido al reconocimiento de Ecopetrol que me pagaba cualquier carrera en cualquier universidad del país, estuve tentado de cambiarme de universidad, pero no lo hice, por varios factores, como inseguridad (¿empezar de nuevo en otro lugar?, ¿nuevos compañeros?, ¿nuevos profesores?), orgullo (no importa dónde estudie, yo soy quien saco el provecho de la universidad ) y sentido de pertenencia, pues ya estaba en la selección de karate de la UMNG cuando pasó lo de Ecopetrol, y me sentía muy unido a ese equipo.

Ahora, en la universidad también he recibido infinidad de reconocimientos. Cuando estudiaba ingeniería en mecatrónica obtuve en seis ocasiones la matrícula de honor. Eso de obtener tantas becas es complicado, jajaja (risa burlona). A ver les cuento. Como Ecopetrol me daba el dinero de la matrícula (además del de los textos, transporte y hasta vivienda), y como luego la universidad me devolvía el dinero (por lo de la matrícula de honor), entonces me tocaba hacer un montón de papeleo para devolverle la mitad del dinero a Ecopetrol, y yo tenía derecho a la otra mitad. ¿De dónde creen que saqué los ahorros que tengo? Eso sucedió, como ya les dije, en seis ocasiones.

Luego, cuando me gradué de mecatrónica, obtuve el título Magna Cum Laude, y también la Medalla al Mérito Académico. Eh, que berraquera, ¿no? Lástima que no me dijeron, "Ve, por qué te no te vas a estudiar la maestría que querás, en donde querás, ¿ah?" Pero si, debo reconocerlo, me ofrecieron el puesto de asistente graduado en la misma universidad, es decir, me pagaban la maestría y al mismo tiempo me pagaban un sueldo como "investigador", junto con algunas responsabilidades de profesor. Pero como le aprendí a un buen profesor que tengo, la vida va más allá de la 100 con 11. El que lo entendió lo entendió (tomado de Suso el Paspi). Así que dije, no, gracias, y aquí estoy, terminando ingeniería en telecomunicaciones.

Ah, es que eso es lo otro. No les he contado. Cuando estaba en octavo semestre de mecatrónica, me dio por estudiar telecomunicaciones. He elucubrado muchas explicaciones, pero en realidad sólo fue una: me sentía DECEPCIONADO con lo que me habían enseñado en mecatrónica acerca de esa área (¿será que algún día dejaré de quejarme de mis profesores? Espero que sí, me estoy cansando de mí mismo) Actualmente tengo un repertorio de excusas más elaborado, como que quería aprovechar más los beneficios de ser estudiante (lo cual resultó siendo cierto, pues estando en ingeniería en telecomunicaciones he viajado a Valledupar, China (¡China!), próximamente a España, he ido a eventos como el FLEU, Startup TIC de Connect, entre otras cosas) y quería tener dos pregrados (cuestión de orgullo, nada más; pero es que sí era fácil, me homologaron el 40% de los créditos a la entrada, es decir, entré y casi que había visto la mitad de la carrera). Así que para la fecha en que publico este artículo, me faltan 10 materias, de las cuales cursaré 4 este semestre. Ya veo el fin, ¡POR FIN!

Aunado a eso, cuando estaba en noveno semestre de mecatrónica, me dio por ser representante estudiantil de la facultad de ingeniería. Todo sucedió porque yo, como raro, era representante de curso (creo que en todos los semestres fui representante de curso, pero nunca hice nada, porque nunca me dijeron que debía hacer, ni me motivaron a hacerlo, ni yo veía necesidad de hacerlo; la representación estudiantil en la universidad apenas existe en el papel, a veces da respingos de vida, pero son esporádicos; y yo siempre resultaba elegido porque era "el más juicioso de la clase";que buena democracia la que inculcan en esa universidad), y en la reunión con la vicedecana de ese entonces, nadie se quería postular para representante de la facultad de ingeniería.Yo me postulé, pero por pena ajena, y desde ahí, mi vida cambió completamente.

En esa ocasión quedé como representante de la Facultad de Ingeniería, e incluso fui candidato a representante al consejo superior (un puesto muy político en las universidades, más de lo que se imaginan; de allí se puede pasar fácilmente a algún partido político); luego fui representante de programa de ingeniería en mecatrónica, y con algunos compañeros hicimos un documento en donde solicitábamos mejoras al programa, con encuestas y tabulación y que tales (no sirvió de mucho, pero fue una bonita experiencia); luego fui representante de programa de ingeniería en telecomunicaciones (hasta el semestre pasado, increíble, y la situación también fue parecida a cuando quedé representante de facultad, casi que lo hice como un favor). Todos esos puestos me enseñaron a hablar frente a directivos, profesores, ¡el rector!, con otros representantes de otras carreras, de otras universidades con más problemas, etc. Me dio también buenos contactos, algunos casi que amigos, y me mostró como se movía el sector de la representación estudiantil en el país de manera general. Fue siendo representante estudiantil que viajé a Valledupar a una reunión de FENARES, y conocí los problemas de los estudiantes de otras universidades, dándome cuenta que la mía, después de todo, no estaba tan mal.

Simultáneamente, siendo representante estudiantil, en el 2013 fui presidente de la rama estudiantil IEEE de mi universidad. Ya venía siendo miembro desde el 2009, pero interactuaba muy poco en el grupo, apenas si iba a algunas reuniones de Zona Centro, y colaboraba en pequeños detalles en el grupo de la universidad. Pero el 2012 fue el año que me abrió los ojos (debido a la representación estudiantil), y junto con algunos compañeros (Cely, zipa) comencé a moverme más en el grupo, a hacer reuniones, asistir a eventos, a ver la rama como lo que realmente es: un simulacro de empresa. Y tal vez fue eso, junto con una asignatura llamada dirección de proyectos, lo que sembró en mi la semilla de querer crear empresa, porque: podía hacer las cosas a mi manera, y vi que las podía hacer bien, con buenos resultados; sabía cómo manejar personas, cómo manejar recursos, cómo organizar eventos con buena logística, sabía usar herramientas tecnológicas para acelerar procesos y procedimientos, para hacer publicidad, etc. Prácticamente me di cuenta que era un administrador, gerente, líder, etc., ideal para impulsar una organización.

Y es que realmente lo soy. Tengo muy buena intuición, como que me imagino el futuro con muchas de sus posibilidades (jueguen ajedrez), y trato de estar preparado para todos los posibles problemas que se presenten. Espero lo mejor, pero estoy preparado para lo peor (y créanme que lo he vivido, y a veces pienso en muchas cosas malas que me podrían suceder). Veo más allá de lo que la mayoría de las personas ven, lo cual también me trae problemas como: no me puedo dedicar a una actividad en específico por mucho tiempo, porque siento que pierdo la visión general de la situación y no me gusta, me desespero (ésto lo estoy tratando de corregir, dedicando más tiempo a actividades que me gustan), y paso por alto muchos detalles, pues me voy es a lo grueso, y a veces olvido que en los detalles hay cosas muy importantes.

Y aunque soy y fui tan buen estudiante, con tantos reconocimientos, no me gusta que me identifiquen únicamente por eso. ¿Por qué? Porque no soy un genio, simplemente estudié y fui disciplinado cuando me tocaba, y trataba de sacarle el mayor provecho y gusto a esas materias; pero eso no implica que ahora, luego de tanto tiempo de haberlas visto y no aplicado (la mayoría), crean que tengo todo fresco en mi memoria, que lo puedo aplicar al pie de la letra sin equivocarme, porque no me gusta sentirme presionado, no me gusta escuchar comentarios como "¿no sabe/no se acuerda?, ah, pero yo pensé que usted era el promedio perfecto". A pesar de lo que muchas personas creen, y a pesar de mis resultados y de que estoy a punto de terminar mi segunda ingeniería, no me siento un buen ingeniero. No siento esa "ingeniosidad" que veo en otros compañeros (jesu), sino que por el contrario las cosas me cuestan, me cuesta imaginarme y construir un robot, analizar rápidamente un circuito, comprender un sistema mecánico, etc. Lo puedo hacer, pero me tomo mi tiempo, y tal vez eso es lo que me mortifica, que si estoy con otra persona, ésta pueda decir, "¿pero qué, no sabe?"

Yo soy mas idealista, más del mundo del pensamiento, del análisis, del razonamiento y lógica, y cosas por el estilo. Por eso me gusta y se me facilitan las matemáticas y la programación, por eso soy bueno generando ideas y viendo oportunidades donde tal vez nadie las ve. Pero cuando se trata de lleva eso al mundo real, me cuesta. Me gusta, me cuesta, y lo intento. Y si estoy estudiando otra ingeniería, es básicamente por una razón: quiero entender cómo funciona el mundo; es decir, no me interesa ser un especialista telecomunicaciones, en redes, en electrónica, me interesa únicamente es saber cómo funcionan las cosas, porque si logro comprender eso, podré entender muchas de las razones por las que se rige nuestra economía y nuestra política. Quiero llegar a ser eso que denominan un hombre renacentista, razón por la cual voy en contra de toda especificidad del conocimiento. Las grandes ideas surgen cuando se mezclan entre sí los saberes más incompatibles.

Ya para ir terminando, considero que soy de las pocas personas que se fijan tanto en la ortografía, caligrafía y forma de de hablar de los demás, que hasta me puedo llegar a disgustar por ello. Me fijo mucho en eso, así como otros se fijan en las uñas o en las manos, y de allí saco muchísimas conclusiones. De allí me doy cuenta de la confiabilidad de la persona, de su estructura mental, de su capacidad para razonar, entre otras cosas. A veces es solo la intuición la que me permite sacar conclusiones a partir de las características lingüísticas de una persona. Y debo decirlo, me gustan las personas que escriben y hablan bien, porque como dice por ahí una frase, si es capaz de fijarse hasta en esos detalles tan ínfimos, será capaz de fijarse con seriedad en asuntos más importantes. Por eso es que jodo tanto, y a tantos, cuando escriben mal una palabra o no le ponen tilde; y cuando no conozco el significado de alguna, voy a la RAE (antes al diccionario físico), y la busco; tal vez no me la aprenda, pero al menos la entiendo en ese momento. ¿Por qué hago esto? No sé, simplemente le doy mucha importancia a este aspecto de la vida. Tal vez es porque he conocido profesores, maestros y doctores que escriben mal, hablan mal, se expresan mal de otras personas, y todo eso me indigesta, me hace recordar que aunque la mona se vista de seda, mona se queda, y que existen genios sin primaria, y pendejos con doctorado, y entonces, del pavor, trato de parecerme lo menos posible a ellos.

Además de esta fijación extrema por la ortografía y la redacción, soy también extremadamente puntual, lo  cual no va muy bien en un país como Colombia, donde todo el mundo se pone un acuerdo tácito para llegar tarde. Tengo alguna especie de capacidad para calcular el tiempo (a veces sé la hora sin mirar el reloj, o sé cuánto me he tardado en una actividad sin cronometrarla), y por tanto el 95% de las veces llego a la hora indicada al lugar indicado, y por lo general, soy el primero en llegar, y también por lo general, me toca esperar a los demás. Y no me digan que así es la cultura colombiana o latinoamericana, esa no es una disculpa, porque en la cultura de muchos países han existido tradiciones atroces, y sólo por ese hecho no significa que deban permanecer, como para recordar o saber cuáles son las raíces del lugar. Obviamente llegar tarde no es una costumbre atroz, pero si desagradable, que hasta puede llegar a demostrar desinterés o repudio.

Finalmente, una de las capacidades que más me gustan de mi (así suene egocéntrico), es que detecto fácilmente las habilidades de una persona, entiendo en qué es bueno, qué le gusta, etc. Tal vez eso va ligado al hecho de que trato de relacionar todos los aspectos de mi vida, y por eso incluso a veces casi que clasifico a las personas por su personalidad, lo que me facilita el trato con ellos, porque como ya sé (o al menos creo saber) cómo se comportan, debido a que me relacionado con alguien similar a ellos con anterioridad, entonces sé qué decirles, cómo decírselos y en qué momento. Así que al detectar para qué es buena una persona, la ubico rápidamente dentro de las actividades que estoy realizando, y me permite entablar una relación rápida con ella, hasta el punto de involucrarla en mis proyectos. Y aunque suene irónico, yo aún estoy buscando para qué soy bueno.

Así que, nuevamente les pregunto, ¿a cuántos "dobles ingenieros" (que expresión tan graciosa), karatecas, políglotas, miembros de IEEE, medio artistas, fundadores de una empresa, ambidiestros, altos como una "vara de premios" (eso dice mi mamá, y la verdad no las conozco) y con sangre rarísima conocen? Y eso que aún tengo muchas metas por delante, lo tengo todo planillado hasta que cumpla 40. ¿Y saben qué? Si se las contara, muchos dirían, "¿Qué?, eso es imposible, no le va a quedar tiempo/no va a tener dinero/se va a cansar antes"

Amanecerá y veremos. El tiempo es el único que tiene la respuesta. Y aunque no me gusta compararme con los demás, tampoco me gusta que me humillen (a nadie le gusta), que se sientan superiores a mi, o que me juzguen por glorias pasadas. Lo que importa es el presente. Igual, nadie le quita a uno lo bailado, como dicen por ahí. Y en realidad, sólo compito con una persona: conmigo mismo. Y espero que al escribir esto mueran muchos de los demonios que aún vivían en mi, y que con ellos se vayan pensamientos y sentimientos. Sea inteligencia, disciplina, suerte, o una mezcla de todas, ya no importa, ya lo pasado pasó, y si sonó feo lo que escribí, lo siento, pero he aprendido a decir "Sí, fui el mejor", y también he aprendido a decir, con más pena que dolor, "No, no me acuerdo", "No, no lo sé". En eso consiste ser justo con uno mismo, madurar, y reconocer tanto sus méritos como sus fallas.



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