13 de abril de 2017

Foto de Eilis Garvey en Unsplash



Entre ayer y hoy hice (mejor dicho, no hice), cosas que generalmente no hubiera hecho. Podrán parecer tontas, simples o normales, pero en realidad fueron decisiones completamente opuestas a mi comportamiento habitual.
 
Empecemos por la que considero la decisión más difícil de todas: no seguir con mi inventario, bibliografía, o como sea que se llame, de las revistas de El Malpensante que voy leyendo. Para este momento, 24 de febrero de 2019, he recibido ya más de 100 ediciones de esta magnífica publicación. Y hace varios años había comenzado con esa actividad, que consistía en que, una vez terminaba de leer una de estas revistas, anotaba en una hoja de cálculo digital (para ser más preciso, en una hoja de cálculo de Google Drive) todos los datos de ese número: el nombre de los artículos, autores, fechas, traductores, ilustradores, sinopsis, entre otros. Alcancé a recopilar la información de más de cincuenta revistas en aproximadamente 6 años de trabajo.

¿Que para qué lo hacía? Sinceramente, no sé. Creo que esta actividad obedecía a mi impulso por tener todo organizado y controlado (en extremo), para saber exactamente qué tengo y en dónde. Aunque justo ahora estoy recordando que lo inicié con el objetivo de saber claramente cuáles revistas había leído y cuáles no, pues hubo una época en la que leía las revistas a medias, y luego no recordaba en qué parte había quedado o cuáles artículos ya había leído, lo cual, en mi afán por querer saber y abarcar más y más, me disgustaba y desesperaba, pues no soportaba la idea de tener que leer por completo nuevamente la revista (ahí está presente otro detalle relacionado con las decisiones de las que estoy hablando: ¿por qué rayos me obligo a leer TODA la revista?) ¿Y por qué me disgusta y desespera tanto la idea de repetir alguna actividad? Es que siento, o sentía, como si perdiera el tiempo, me reprocho por no aprender las cosas a la primera, o por no recordarlas.  

Al principio me pareció una buena idea (y hasta útil), hacer el listado de las revistas que iba leyendo. Me decía a mi mismo que en algún momento (a ese ritmo, como en diez años), iba a tener una base de datos de todas las revistas e El Malpensante, lo cual es muy útil ("claro") para cuando uno quiere buscar qué ha escrito alguien en esta publicación, o qué idiomas han sido traducidos al español, o qué ilustradores han trabajado en esta revista. Evidentemente, son búsquedas que haría cualquier persona, temas de interés general (evidentemente, no lo son).

Pero yo me decía que iban a serlo en algún momento. Incluso, que podían darme algún reconocimiento por hacer esta base de datos. Qué se yo, que la revista un día iba a percatarse del valioso y comprometido suscriptor que habita en mi, y que Andrés Hoyos iba a darme acceso a sus publicaciones de forma gratuita y vitalicia.

Pero no. Claro que no. Las probabilidades de que suceda algo así son extremadamente bajas, y con el paso del tiempo me he dado cuenta que los posibles usos de ese archivo son bastantes escasos.

Además, llevar ese registro se estaba convirtiendo en una pesadilla. Cada vez ma daba más pereza hacerlo, y me sentía bajo presión cuando no lo hacía. Me sentía mal. Ah, porque eso sí, soy un especialista en colocarme actividades de carácter obligatorio, de cualquier índole, ya sean útiles o absurdas. Y si no las completo, me embarga una enorme decepción conmigo mismo, superior incluso a la que me producen otras personas.

Pero hoy, de un momento a otro, me sentí liberado, no sentí la obligación de hacerlo. Me dije: si no quiero hacerlo, no me gusta, me quita tiempo y no es útil, ¿para qué lo hago?

Si alguien quiere continuarlo (que no creo) puede hacerlo perfectamente, tiene mi autorización. Pero no creo que suceda.

Y al decidir que no iba a continuar con esta actividad, al saber conscientemente que había tomado esa decisión, y los motivos que me llevaron a hacerlo, me sentí bastante aliviado. Y creo que eso que hice hoy, de parar algo inútil, lo hacen las demás personas con mucha mayor frecuencia que yo.

Sin embargo, creo que muy pocos reflexionan profundamente sobre las causas que los llevaron a tomar esa decisión, y por tanto recaen en el otro extremo (al mío), que es dejar muchas cosas sin terminar.

Verán, soy muy estricto con aquello que me propongo: si comienzo algo, debo terminarlo. Así que comenzar algo es un paso fundamental para mi, debo estar completamente seguro de hacerlo, porque no quiero, como en este caso de las revistas, dedicar tiempo y esfuerzo en algo prácticamente inútil.

La segunda decisión del día de hoy fue no continuar con mi curso online de analítica web. ¿Por qué? Por razones similares, porque estaba haciéndolo por costumbre únicamente, por cumplirme, pero sin motivación ni interés.

Me di cuenta que los temas que estaban tratando en el curso podía aprenderlos mejor de forma experimental, usando las herramientas que mencionaban, en lugar de ver videos. Además, la forma como los abordaban y explicaban tampoco me atraía, y me percaté que no quiero ser un especialista en analítica web. Solo quiero comprender los aspectos básicos y poder entender cuando alguien hable acerca de ello, de tal forma que pueda tomar decisiones corporativas (estaba estudiando el tema para poder aplicarlo en Kóndoro)

Sin embargo, el inicio de los módulos 2 y 3 no llenó mis expectativas, así que para qué iba a obligarme a escuchar y leer el contenido de nueve módulos más (en total eran diez, y únicamente hice completo el primero)

Por tanto, me dije: lo que tengas que saber, lo aprenderás en el camino o cuando sea necesario. Además, hay personas que se encargan específicamente de esto. No vale la pena que te mortifiques por cumplir algo que tú mismo te impusiste.

Finalmente, la última decisión que evidencia que estoy tomando una nueva postura frente a la vida, fue haber iniciado, pero no terminado, dos videos en Netflix, los cuales no atrajeron mi atención. En otro época, me hubiera obligado a verlos hasta el final, así no me gustaran. En esta ocasión, pude decir "no más", y buscar algo que me satisficiera.

Pienso que haber tomado estas decisiones implica que de ahora en adelante seré más propenso a rechazar o dejar incompleto aquello que ha perdido sentido para mi, lo cual permitirá enfocarme en aquello que sí me interesa.

Es cuestión de sembrar una pequeña idea, pensamiento o reflexión en la cabeza, y con el paso del tiempo, a veces sin darnos cuenta, comenzamos a actuar en consecuencia con aquello que sembramos (o al menos, comenzamos a reflexionar más profundamente sobre ello y vemos a nuestro alrededor más y más cosas relacionadas con ello)

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