A ellas las conocí...
¿Qué cuántas chicas me han gustado en la vida?
Vamos a ver. La primera fue una compañera del Colombo, yo tenía 10 años, ella 11, me parecía muy bonita, se llamaba Nataly. Era el año 2001. Nunca le dije nada, no sabía cómo se hacía eso, casi no me salían palabras de la boca cuando estaba con ella, mucho menos para decirle que me gustaba o algo por el estilo. Creo que ella no sentía nada por mí. Luego a ella la adelantaron de nivel y nunca más la volví a ver.
Me acuerdo de una vez que me la encontré en La 14, como en el cuarto piso, donde habían juegos para niños. Yo iba subiendo las escaleras, corriendo, y creo que me la encontré de frente porque ella iba bajando. Seguramente no dije nada útil o relevante, me puse rojo, hice algún gesto o ruido, y me despedí. Hasta creo que mis papás me preguntaron que qué había pasado, y yo les dije que nada. Me pregunto qué habrá sido de ella, nunca la he podido encontrar a pesar de mis esfuerzos.
La segunda fue otra compañera del Colombo, A.M.B., también me parecía muy bonita, pero su forma de ser me incomodaba un poco. Era algo engreída. Nunca le dije nada tampoco, aunque alguna vez sí creo haberle escuchado decirle a otros compañeros que yo le gustaba. Yo me había quedado en el salón, y creo que estaba como escondido, así que ella comenzó a hablar sin saber que yo estaba allí. A pesar de eso siempre sentí que me trataba como un compañero más, y cuando terminamos el Colombo dejamos de hablar. Desde ese entonces sólo la he visto un par de veces, casuales, en clases de baire en Pereira.
Recuerdo que ella fue a la fiesta de mi primera comunión (evento que le agradezco a mis padres por el empeño que le pusieron, aunque cada vez me cuestiono más acerca de la razón de haber hecho esa fiesta), y como algunos de mis compañeros del salón sabían que ella me gustaba me empujaban a acercármele y decirle algo. No lo hice. Nunca me sentí seguro para eso.
Lástima que en esa época solo existieran el teléfono fijo y si acaso el correo electrónico para comunicarse, me gustaría saber qué ha sido de la vida de ellas, poder encontrarlas en redes sociales. Pero hasta ahora ha sido imposible, y más si no recuerdo el apellido de Nataly.
Con A.M. recuerdo que hubo una época en la que hablábamos bastante por el teléfono. Yo la llamaba con la disculpa de revisar la tarea del Colombo, los viernes en la tarde, porque las clases de inglés eran el sábado por la mañana, y aprovechaba para ponerle conversación de otros temas, que lastimosamente no recuerdo.
La tercera fue una sobrina de la exesposa de un tío. Se llama A., y la conocí en un paseo a Cali donde vive mi tio, en diciembre del 2003 si no estoy mal. Hablamos mucho esos días, y nos dimos nuestros números de celular, que ya eran dispositivos más comunes para ese entonces. Continuamos hablando por cierto tiempo, hasta que no nos volvimos a llamar. Nos enviábamos también bastantes mensajes de texto. Era divertido, aunque nunca le dije que me gustaba. Ella vivía en Armenia, y en un diciembre, seguramente del 2004, que fui allá a pasar unos días donde una tía, llamé a A. y fuimos a cine, creo que con un primo, con R., prácticamente a escondidas de mi tía. Mi tía sabía que íbamos a cine R. y yo, pero no sabía nada de A. Creo que A. estudió después la universidad en Pereira, y la vi alguna vez más en Cali en unas vacaciones de mitad de año. Luego no volví a saber de ella.
Posteriormente, cuando estaba en noveno (2005), mi hice muy cercano de un compañero del colegio que se llama P.A.B.A. Hacíamos trabajos juntos, hablábamos bastante, y en una ocasión que fui a su apartamento conocí a su hermana menor, S. Era muy extrovertida, risueña, agradable, me llamó la atención. Es como dos o tres años menos que yo. Me empezó a gustar, y comencé a ir donde P. sólo por ver y hablarle a su hermana. A ella no le dije nada, pero sí se lo escribí. Y ella me respondió, también con una carta, diciendo que se alegraba de que le expresara mis sentimientos, pero que yo no le gustaba, que sólo me veía como un compañero de su hermano. Esa sería una respuesta frecuente que recibiría muchas veces durante mucho tiempo. Aún tengo la carta, me trae buenos recuerdos de ingenuidades y ensueños. Incluso recuerdo haber hecho cuentas de cuánto tiempo tendría que esperar para que S. fuera un poco mayor y pudiéramos entablar una relación seria. Increíblemente ese tiempo que calculé ya pasó, sería ahora (bueno, hace unos años). Me sonrío. Luego de un tiempo me fui alejando de P., de su apartamento, y por tanto, de S. Alguna vez la vi en uno de mis viajes a Pereira, ella caminando por la calle, con sus amigos. Nos saludamos, y ya.
Acabo de recordar que hubo una niña tal vez antes de todas, o al mismo tiempo que Nataly. Se llama L.V.A. Yo estaba en quinto de primaria y ella en segundo, es de la primera generación de niñas que entraron al colegio y que se graduaron como en el 2010. Me pareció muy bonita desde que la vi, pero sabía, aún siendo pequeño, que era imposible que hubiera "algo" entre los dos. Desde el 2001, que es mi primer recuerdo de ella, hasta el año 2007, año de mi graduación, tuve la oportunidad de hablar con ella y tratarla en varias ocasiones. Por ejemplo cuando entró a practicar tenis, cuando actuamos juntos en el grupo de teatro, en reuniones, en festivales y otros escenarios. Pero el encanto fue desapareciendo, se fue convirtiendo como en algo bonito para observar, pero sin mucho contenido. ¿Y a raíz de qué sucedió este cambio? A raíz de lo que alcancé a conocer de ella, de lo que decía, lo que hacía y cómo lo decía y hacía.
Acabé el colegio tratando de ser alguien extrovertido, conversador, interesado por la vida, pero sin mucha vida social; me mantuve siempre, o casi siempre, encerrado en el apartamento, haciendo mi vida en solitario, escribiendo, escuchando música, leyendo, dibujando, practicando en el piano.
Así entré a la universidad; al principio un poco apartado, mientras conocía el ambiente e iba tomando confianza.
A Paula ABS, oriunda de Facatativá, graduada del colegio Santa María..., nacida el ... del 10 de 199.. la conocí, si no estoy mal, el martes 14 de octubre de 2008, en el hotel Dann Carlton, a la hora del almuerzo, en la mesa que estaba al frente, diagonal a la derecha. Me llamó la atención desde un principio, su físico y su forma de expresarse.
No hablamos mucho durante esos tres días que duró el encuentro en el hotel, solo quedamos en que iba a crear un grupo de FB (que existió durante mucho tiempo, no sé ahora) para subir las fotos del encuentro.
Efectivamente las subí, y ella me envió un mensaje invitándome a un festival en su universidad que buscaba recoger fondos para los becados. Me dio su número celular, yo le di el mío, y el día acordado, a la hora acordada, llegué yo allá, a los Andes, jugando con un yoyo de Ponymalta. Hablamos, comimos helado, y luego me fui para la casa. Casi siempre la acompañaba hasta el Portal de la 80 de Transmilenio para que tomara el intermunicipal, y luego yo me devolvía a la estación de la cr 76 o a la del Minuto de Dios, que quedaban cerca a la casa de mi abuelo, donde viví los primeros 3 años de universidad. Esas despedidas en el Portal de la 80 siempre fueron terribles para mí, porque yo intentaba decirle algo, pero no salía.
Antes de dejar de hablar con ella prácticamente recordaba todas y cada una de las veces que habíamos salido. Recuerdo que en otra ocasión fui de nuevo a los Andes a recorrerla juntos, comimos galletas Óreo, que le gustaban mucho, y tomamos unas fotos en blanco y negro usando la cámara analógica de mi abuelo, fotos que todavía tengo. Fuimos al Museo del Hombre; fui a Facatativá; fui a los Andes una vez y estudié en una mesa aparte mientras ella terminaba un trabajo en otra; fuimos a Gran Estación, y ese mismo día visitamos el museo Botero y después le dije lo que sentía por ella; fuimos a la Hamburguesería de Usaquén, nos tomamos un par de cervezas (idea de ella, de verdad), y dejé que se desahogara, llorara y me dijera todo lo que pasaba en su vida. Ese día pensé que ella me quería más que como un amigo. En varias ocasiones fui a los Andes sin decirle nada, con la esperanza de encontrarla por sorpresa. Nunca pasó, y lo hice incluso en días previos a parciales. Me acuerdo de una vez que fui y no la encontraba, así que la esperé en la entrada mientras estudiaba para el parcial de Materiales que era al día siguiente. P. nunca salió por esa puerta, y me fue bien en el parcial, creo que saqué 5.
La última vez que la vi y que salí con ella fue antes de viajar a Pereira a mitad de 2010, nos encontramos en la universidad de los Andes, almorzamos allá y fuimos al Portal de la 80 a ver Robin Hood.
Ah, una vez la acompañé al Portal de la 80 a comprar una regalo para su mamá, y almorzamos. Y en otra ocasión, el primer día de estudio del tercer semestre de ambos, fui de sorpresa y por pura suerte la encontré, digo por suerte porque a ella se la había olvidado que pensaba ir para allá, y apenas me la encontré, aunque iba con unos amigos, los dejó y me acompañó a almorzar, y luego nos despedimos.
Comienza el segundo semestre de 2010, entro a sexto semestre.
A Laura PQ ya la había visto, de pasada, por ahí, caminando, pero nunca había hablado con ella. Ese semestre tenía como dos o tres materias con ella. Me atraía, pero aún no la conocía muy bien, así que traté poco a poco de saber más sobre ella. Fui una vez a su casa y estudiamos para el parcial de métodos matemáticos; fue mi pareja en el primer parcial de dinámica, y siempre hicimos los talleres de esta materia juntos. Me llamaba la atención físicamente, pero sinceramente me incomodaban ciertos aspectos suyos relacionadas con la parte académica. Me daba la impresión de que no hacía los trabajos o talleres, no estudiaba para los exámenes, le notaba falencias en temas que se supone que ya se deberían saber, y como siempre he pensado, lo que llaman <<inteligencia>>, así como cuando le dicen a uno <<qué inteligente>> o <<usted es como pilo>>, no es más que buen cúmulo de datos bastante bien relacionados entre sí. El problema surge cuando uno trata de inmiscuirse en temas más avanzados y no tiene clara los fundamentos, pues los principios básicos se hacen imprescindibles, y como la respiración, para ese momento ya tienen que ser casi como un reflejo.
Cuando apenas estaba conociendo a Laura, cuando me interesaba hablarle y pasar tiempo con ella, y además cuando no sabía que tenía una relación con C., perdí mucho tiempo y me distraje mucho en mis horas de estudio, por estar en FB y tratar de encontrarla conectada para hablarle. Por esos días me sentía como prisionero, porque quería estudiar pero no podía por estar pegado al computador, y eso me ponía de mal genio y me asustaba, sabía que me estaba saliendo de mi rutina de vida y no precisamente por algo bueno.
Una noche, hablando con ella por Messenger, me preguntó si ella me gustaba, y yo le dije que sí. Escribiendo siempre he sido mil veces más valiente. Pero me gustaría ser igual de valiente hablando frente a frente. He mejorado, pero todavía me falta. Tal vez ella me preguntó eso porque ya le había mencionado que quería hablar con ella de algo importante. Días después hablamos y me dijo algo familiar para mis oídos: que yo le parecía muy amable, muy buen amigo, pero que ella quería mucho a C., y que así iba a seguir siendo. Con una larga experiencia en esos temas, tomé la respuesta de forma muy tranquila y dije que la comprendía.
A partir de ese momento me hice a la idea de que no iba a pasar nada entre los dos. Ya estaba desanimado, sabía lo que ella sentía por mí y no me agradaba mucho con quienes pasaba el tiempo.
A Y.V.T.A. la conocí en enero de 2008. La primera imagen que tengo de ella es sentada en la plazoleta junto con J., hablando. Me acuerdo también una vez en la navidad 2009 - 2010 que hablamos un poco por FB. En realidad sabía muy poco de ella. Recuerdo otra ocasión que estudiamos cálculo diferencial. Esa vez me dijo que era novia de J., y que con el novio no era posible estudiar. Otra vez me pidió prestado el libro de Álgebra lineal, y me dijo que le gustaba que escribiera cosas en las márgenes.
Recuerdo todas las veces que nos fuimos junto en bus ese semestre, las veces que fuimos a comer cerca a su casa. Me acuerdo de una vez que la llamé y le pregunté si podía salur un momento a tomar algo, ese viernes de la inaguración de juegos en la universidad. Me acuerdo de las veces que la llamé a contarle cómo me había ido en las conferencias de IEEE, o esa vez que se fue la luz, y yo comía, y hablamos como una hora. La vez que intentamos sentarnos juntos en el bus y no encontramos asientos juntos libres. La vez que me recibió cuando llegué de Bucaramanga. Estaba muy bonita.
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