Mi mamá, Pipe fragoso el chef, mi tía, la pareja y los hobbies.

Mi mamá

Desde hace tiempo noto que mi mamá no es tan ágil con la tecnología como yo quisiera. A veces le cuesta trabajo hasta la tarea más pequeña con el celular, o se le olvida cómo hacer cosas que ya ha hecho antes muchas veces en el computador. Además, casi todo lo relacionado con el celular, el computador y el internet le da miedo (y también otras cosas no relacionadas, el miedo reina bastante en su vida por algún motivo): que si presiona donde no es, que si le roban la plata, que si se equivoca en los datos, etc.

Y yo me pregunto, ¿seré yo así también algún día? ¿Seremos todos así cuando lleguemos a tener más de 60 años?

No me gusta ver a mi mamá como alguien mayor. Me gusta pensarla como una persona joven, pero cada vez es más difícil hacerlo, y el rechazo a la tecnología es un obstáculo más. ¿Por qué le cuesta tanto manejar el celular y el computador? Lo hace mejor que otras personas de su edad, pero aún así no lo hace con soltura, y para ser autosuficiente en esta era es necesario saber usar y aprovechar la tecnología. Sin embargo, me gusta recordar que a principios de los años 2000 hizo varios cursos sobre cómo utilizar el computador, Microsoft Word, Excel, entre otras cosas, con un profesor que luego terminó siendo profesor mio en el colegio Calasanz. Las vueltas que da la vida.

Por el momento, seguiré tratando de enseñarle con paciencia y cariño.

Pipe Fragoso, el chef

Felipe tenía acento costeño, el de la costa caribe de Colombia. Recuerdo haber estudiado con él algunas materias de los primeros semestres de ingeniería en mecatrónica, en la UMNG, en Bogotá, y recuerdo también haber almorzado con él en alguna ocasión, por fuera de la universidad, porque sobre todo en primer semestre, en el 2008, nos gustaba salir a conocer restaurantes de la zona, llegando a la carrera séptima con calle 100, a pequeños locales que quedaban en medio de esos callejones que se forman por allí. Íbamos pequeños grupos de primíparos a buscar almuerzos generosos pero baratos.

No recuerdo en qué momento él se retiró de la carrera, como muchos otros compañeros, incluso como mi hermano. Los motivos de cada persona son diferentísimos, estoy seguro. No sé qué habrá sido en el caso de él. El hecho es que en algún momento me di cuenta de que se había retirado, y tiempo después vi que estaba de vuelta en su ciudad, Cartagena, y que se había dedicado a la cocina. Parecía que le iba muy bien, sacaba muy buenos videos y publicidad en redes sociales, y yo de vez en cuando le dejaba alguna reacción o comentario. Me gustaba ver que había encontrado su camino.

Pero luego, hace ya como un mes, me encontré con una publicación en Facebook que me dejó consternado. Felipe había sufrido un ACV en junio de 2023.

Vi el video en el que contaban qué le había pasado, y luego seguí viendo todos los videos que la familia sacaba cada ciertos días contando cómo habían sido esos primeros meses y cómo está ahora.

Todavía me cuesta un poco asimilar que el Felipe de ahora es el mismo que enseñaba a preparar platos de cocina en medio de su buen humor. He visto que va mejorando, aunque probablemente le tome mucho tiempo y no vuelva a ser el mismo de antes. Pero lo veo con intenciones de seguir adelante, y su familia ha mostrado un temple impresionante para que se recupere.

Es increíble cómo las cosas cambian en un instante.

Mi tía

Creo que en ella estoy viendo la consecuencia de años y años, tal vez décadas, de una mala comunicación, o de soportar muchas cosas que no nos gustan y no decirlas, o de sueños no cumplidos, o de no sé qué más. Tal vez algún tipo de deterioro cognitivo también está participando en su comportamiento a veces extremo, a veces errático, en ocasiones ilógico y extraño.

Nos pone constantemente (aunque no específicamente a mí, porque no paso mucho tiempo con ella, sino a la familia en general) en situaciones difíciles que dañan el ambiente familiar. Su comportamiento es impredecible y el entorno a su alrededor se pone tenso, todos sin saber muy bien qué hacer o decirle.

Y es un poco triste que uno llegue a una edad avanzada, más de 70 años, aún con todos esos embrollos en la cabeza. Me gustaría llegar a ese punto con la mente tranquila, organizada, vivir con calma y sin muchas pretensiones. Pero mi impresión es que ella, a pesar de todas las facilidades que tiene y ha tenido (¿o será que es a causa de eso?), a pesar de todo el dinero, todavía no obtiene lo suficiente de este mundo, de esta vida, y sigue buscando cómo calmar sus ansias, sus ambiciones, y en ese proceso está causando daños, aunque parece no importarle. 

Por eso (creo yo) es que tiene ese afán por comprar y acumular, como si eso fuera a llenarle algún vacío, porque cuando compramos sentimos una pequeña satisfacción, aunque con el paso del tiempo esa satisfacción se va haciendo cada vez más pequeña, y por tanto tenemos dos opciones: o compramos cada vez más, o dejamos de comprar. Y ella ha optado por la primera. Y es por eso que tiene maletas y maletas de cosas guardadas, a veces sucias, dañadas, que si acaso ha utilizado una vez, o cajas con cosas perdidas en el tiempo y en su memoria, de las que no recuerda su origen ni su destino, y que como ahora no tienen propósito pues simplemente las deja allí, sin dejar que nadie las toque ni las use, pero sin usarlas tampoco ella, porque lo que le interesa es poseer, abarcar, sentir que tiene mucho, o que puede mucho, o algo relacionado con la cantidad, tratando de compensar de cierta manera lo poco que le dejaron hacer, o que le dieron, le ofrecieron, le regalaron, le permitieron, en algún momento o aspecto de su vida.

Nuevamente, trataré de continuar relacionándome con ella de la mejor manera posible, sin juzgar sus acciones. 

La pareja

Desde hace unos días vengo pensando en temas como el matrimonio y los hijos. Creo que ambos temas aún no me convencen, y estoy comenzando a pensar que nunca lo harán. Ambos temas necesitan, entre otras cosas, compromiso, y el compromiso es como agregarle una cadena a la mente, la cual es un animal salvaje indomable, así uno intente acariciarla por momentos. 

Por ejemplo, con respecto al matrimonio. Me hace sentir incómodo jurar lealtad y fidelidad eterna a alguien cuando todos los días me siento atraído por personas que veo por la calle. Sólo con el hecho de sentir esa atracción siento que estoy rompiendo una promesa, así que me digo, ¿para qué dar el paso del matrimonio si incluso ahora, antes de él, ya me estoy sintiendo decepcionado de mí mismo y se me forman laberintos en la cabeza?

Y uno podría pensar: ah, pues la solución es sencilla, cambie la pareja por otra. Pero es que esto se convierte en un ciclo sin fin similar al que domina a mucha gente en la actualidad: el de la tecnología. La gente ve un nuevo celular y deja el anterior así esté en perfecto estado. Y esto sucede cada año, y no sólo con el celular, sino con el carro, el sofá, el color de las paredes, el piso del comedor, el televisor, el computador, el reloj inteligente, etc. Siempre en búsqueda de los más nuevo, lo más brillante, lo más grande. Pero en realidad esto es una ilusión, porque lo que nos genera satisfacción es la sensación de novedad, y esa sensación desaparece al poco tiempo, así que si simplemente seguimos nuestros instintos nos estamos sometiendo a la condena de encadenar nuestra atención y energía a satisfacer un instinto básico que impedirá que desarrollemos nuestro verdadero intelecto. Porque estar satisfaciendo instintos consume energía y atención.

Por eso digo que el paso a un compromiso más formal no me parece lógico, pero tampoco me lo parece cambiar constantemente de pareja. Creo que me parece más razonable no tenerla, o simplemente estar con alguien por el tiempo que la vida disponga, sin el compromiso del matrimonio. Que dure lo que tenga que durar.

Con los hijos pienso que tenerlos se trata de algo un poco egoísta y ambicioso. Ya sé que suena raro, pero acá van mis argumentos. Egoísta porque la gente los tiene porque simplemente quieren (creo que aparte de continuar con la especie no hay ningún otro fundamento natural, todos los demás están relacionados con nuestro evolucionado cerebro), y ambicioso porque los padres piensan que sus hijos van a ser su extensión en la vida. Además, pasa que los hijos se convierten en una extensión de posible sufrimiento, además de un compromiso también. Lo siguiente que voy a decir va a sonar feo pero me parece válido: es como cuando un niño quiere un perrito. Se antoja del perrito porque es muy bonito cuando está chiquito (el perrito), pero luego el niño no se imagina la cantidad de trabajo y responsabilidad que representa, y la cantidad de tiempo que implica.

Creo que muchas personas se antojan de bebés por razones parecidas (quieren experimentar ese cariño, amor, ternura, es algo un poco egoísta que luego se va convirtiendo, en la mayoría de los casos, en algo altruista y empático, aunque siempre teñido de esfuerzo, y a veces desencanto y desesperación), pero es un compromiso también; diría que aún mayor que el matrimonio, porque es generar nueva vida, la cual estará durante mucho tiempo bajo nuestra responsabilidad, y por tanto, su sufrimiento será también el nuestro. 

Los hobbies

Bueno, llegamos al último de los temas (que venía pensando hace semanas, o meses).

Dentro de algunos meses cumpliré 34 años, lo cual me parece increíble porque no siento que haya pasado tanto tiempo, y me he dado cuenta de que sigo teniendo los mismos hobbies o pasatiempos que tenía alrededor de los 15 años, a pesar de que creo haber intentado involucrarme en actividades diferentes.

Y durante mucho tiempo experimenté una cierta obligación por mejorar en mis hobbies: por jugar mejor tenis y ajedrez, por tocar mejor el piano, por dibujar mejor, por entrenar mejor karate, etc. Y aunque creo que en algunos sí he mejorado un poco, aún no me siento satisfecho conmigo mismo en ninguno, y mucho menos puedo decir que me siento como un profesional en alguno de ellos.

Sin embargo, hace poco me di cuenta de algo. Hay ciertas actividades, como los hobbies, que nos benefician simplemente por el hecho de hacerlas, y no necesariamente por el hecho de mejorar en ellas. Los hobbies se caracterizan, entre otras cosas, porque no tienen una meta establecida en un tiempo determinado. No es común que yo me diga para un pasatiempo como tocar en el piano: voy a saberme de memoria todas las escalas mayores y relativas menores para dentro de un mes.

Y me he dado cuenta de que no es necesario porque, con tan sólo llegar hasta un cierto nivel de destreza en uno de esos pasatiempos, ya es suficiente, uno obtiene beneficios (cognitivos, físicos, sociales, etc); no importa si uno para durante un tiempo, o si mejora o empeora a partir de allí. Si mejora, probablemente pueda comenzar el camino para convertirse en experto o profesional, pero entonces deja de ser un hobby. Y si empeora, no importa, porque se trata de un hobby.

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