Una hipótesis de cómo mi altura afecta mi orientación

Nunca había conocido a nadie con un sentido de la orientación peor que el mío.

Yo que me pierdo en un centro comercial. Y que me sigo perdiendo aún después de visitarlo muchas veces.

Yo que me desoriento al salir de cualquier sitio y casi siempre cojo para el lado que no es.

Yo, que si no hubiera sido por Transmilenio en Bogotá, tal vez me habría metido en sitios de los cuales no hubiera salido.

Pero efectivamente, mi compañera de trabajo se pierde incluso en el edificio donde queda nuestra oficina, el cual no es tan grande que digamos. 

Y entonces caí en cuenta. ¿Será por la altura?

Quiero decir, mi altura, y su altura.

Alguna vez pensé que mis problemas de orientación, así como también mi manera de pensar y de abordar los retos, problemas y situaciones, están relacionados de alguna manera con mi altura.

¿Por qué? Parecerá una tontería, pero fíjense pues. 

Resulta que soy un poco más alto que la media en Colombia. En Bélgica y en Alemania digamos que soy más estándar, y podría decir que en Países Bajos ya empiezo a quedarme un poco corto. 

Pero mi posición en la distribución de alturas de diversos países no importa mucho. Importa que soy alto y punto. Porque eso hace que, obviamente, pueda ver más lejos. Es decir, no es habitual que algo me tape el campo de visión. Por ejemplo, en los conciertos o eventos donde toca estar de pie no tengo mucho problema viendo el escenario. Otro ejemplo: en las fotos me tengo que hacer siempre detrás de los demás, prácticamente en la última fila.

Eso significa que soy propenso a mirar a lo lejos. Y por tanto, no estoy acostumbrado a mirar lo que tengo cerca, al frente mío, al lado, debajo de mis narices. Lo cual a su vez implica que pierdo detalles a cambio de ganar perspectiva. 

Entonces, si volvemos al asunto de la orientación, alguna vez pensé que me pierdo fácilmente porque no estoy pendiente de los detalles. Al menos no estoy pendiente de manera predeterminada, inconsciente. Puedo prestarle atención a los detalles si me obligo a ello. Pero por defecto estoy mirando y pensando en el destino, en el objetivo. En lo último. En la meta. Y pues, como no me fijo tanto en los detalles, en si giramos por aquí o por allá, en si subimos o bajamos, como consecuencia me pierdo facilmente.

Eso era lo que había pensado hace un tiempo. O eso creo.

Y hoy lo recordé cuando caí en cuenta de que Denitsa también tiene problemas de orientación, pero ella, a diferencia de mi, es baja. Bajita diría yo. Y entonces me dije: ¿no será que su problema de ubicación se debe también a su altura?

Porque ella, al ser de corta estatura, ve únicamente las cosas que están muy cerca de ella, directamente a su lado, en frente o debajo, pero no puede ver mucho más allá del camino, y mucho menos el final. Por tanto, tampoco puede formar en su cabeza, al igual que yo, un mapa. Y por tanto termina perdiéndose. 

Ahora, si llevo esta hipotética correlación (muy científicamente basada únicamente en dos observaciones) a un campo diferente de la ubicación espacial, diría que mi altura también ha moldeado mi manera de pensar. Cuando tengo algo que resolver, con el paso del tiempo he aprendido que una de las primeras cosas que quiero tener clara, si es que no es la primera, es la pregunta correcta. Quiero tener el problema bien definido. Porque si tengo clara la pregunta o el problema, significa que sé a donde quiero llegar, significa que conozco mi destino.

Y conocer el destino es la mitad de la solución.

Luego, también con el paso del tiempo, creo que he descubierto que la otra mitad de la solución consiste en armar un plan, con pasitos o peldaños muy pequeños, pequeñitos, a veces tan pequeños que se vuelven aburridos, que lleven poco a poco del punto donde estoy al punto donde quiero estar, que es mi destino, o dicho de otra forma, la respuesta a la pregunta o la solución del problema. Y armar ese camino puede implicar desandar ciertos pasos, si veo que no estoy progresando mucho, o incluso probar varios peldaños antes de decidirme por uno, en caso de que sean falsos y no lleven a ninguna parte.

¿Habrá alguna relación entre la altura y la orientación? No lo sé. No lo creo la verdad. Pero al menos ahora sé que no soy el único con un pésimo sentido de la orientación (y eso que he mejorado).

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