LAS MANOS QUE CRECEN (1937) – JULIO CORTÁZAR
Con
este segundo cuento publicado, se acentúa de nuevo una característica que en
Cortázar va a ser uno de sus mayores distintivos, y es esa forma como la
fantasía se va filtrando en medio de la realidad de forma sutil, haciendo que
sus personajes no se cuestionen acerca de hechos sorprendentes, sino de que los
afronten como elementos cotidianos.
El
hombre, Plack, sufrió un ataque de risa cuando vio que sus manos eran gigantes
y que sus dedos se arrastraban por el suelo, produciéndole cosquillas, en lugar
de haber gritado por esa anomalía biológica repentina. Se preocupó por ir al
médico en vez de ir donde Margie, no porque ella se fuera a asustar e incluso
hasta se desmayara al ver el estado de sus manos, sino porque él pensó que
éstas ocuparían mucho espacio del apartamento de ella y no les iba a ser
posible tener un almuerzo agradable. Y cuando llegó el momento definitivo,
cuando se las iban a cortar, cosa que él exigió sin pensarlo dos veces,
simplemente se dijo a sí mismo, o bueno, a sus manos, les perdono la mala
pasada, solo por la paliza que le dieron a Cary.
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Photo by Ari Spada on Unsplash |
Julio Cortázar, uno de mis favoritos...
ResponderEliminarEsta muy bueno como al lector lo sumerge en ma fantasia en un cuento realista. 10 puntos.
ResponderEliminarEfectivamente, gracias por el comentario
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