Date tiempo

Foto de Tom Barrett en Unsplash



Ya me dediqué a aquello. Ahora quiero dedicarme a esto otro. No nos vamos a dedicar toda la vida a lo mismo. Eso tenlo por seguro. Pero al menos durante el día, cada día, debes dedicar la mayor parte de tu tiempo a algo, solo una cosa, en cuerpo y mente. No sirve de nada estar haciendo algo, y pensando en terminarlo para ponerte a hacer algo más. No, no sirve. No harás bien esto, y cuando comiences lo otro que tanto querías hacer, sucederá lo mismo: pensarás en acabarlo pronto, para empezar otra cosa.

Acéptalo, aceptémoslo. Somos finitos. Desapareceremos. No podemos con todo. Solo con algo, con algo muy pequeño, al menos de forma simultánea, paralela. Pero con algo muy grande, de forma continua, seriada. Date tiempo.

Debes sentirlo, debes eliminar toda distracción de tu mente. Debes decir, "eso ya lo hice, ahora quiero hacer esto, probar esto" Es una sensación que debes aprender a llamar, a invocar. Es como una tranquilidad en tu cabeza, en tu alma.

Todos los días debes conocerte. No aspires a controlarlo todo, ni a hacer todo de una sola pasada. Todo toma su tiempo, y más cuando haces algo por tu cuenta, cuando no te lo imponen, cuando sabes todo lo que falta. Cuando te dicen qué hacer, no piensas en lo que falta, porque no tienes ansias de llegar, de terminar, de ser, de convertirte, únicamente lo haces. Así sucede la mayoría de las veces cuando estamos pequeños.

Toda la tranquilidad necesaria se encuentra en uno mismo. Debemos encontrar la tranquilidad para hacer las cosas. No pensar con tanto deseo en el fin, sino disfrutar el camino.

Por ejemplo, date la libertad de dedicar un día entero a aprender un nuevo idioma, o practicar tu instrumento favorito, o comenzar un dibujo, o escribir. Claro, esto es fácil de decir, pero muy complicado en la vida real. Todos debemos subsistir de algo, comer de algo, ganar dinero. Así que otro reto es encontrar la manera de compaginar la vida con la subsistencia.

El siguiente reto será continuar con esto que has comenzado, y no empezar más proyectos; o por el contrario, tener la certeza que no quieres continuar con él, hacerlo a un lado, e iniciar con algo más. Pero es necesario tener cuidado de que no caigamos en los dos extremos: comenzar miles de cosas y dejarlas todas a medio camino,  o por el otro lado, enfrascarse en una sola sin darse oportunidad de hacer algo diferente.

Quizás ese sentimiento de desidia que experimentas cuando piensas en algo que debes hacer, es porque estás pensando en terminarlo, y no en hacerlo; o porque piensas en todo lo que tendrás que hacer después de terminarlo. Piensa solo en la actividad. Es más, no pienses tanto en ella, piensa solo en el momento de realizarla, pero no pienses en el tiempo que transcurrirá, en las horas que invertirás.

No importa qué actividad sea: puede ser jugar fútbol en el Xbox, ver una película, leer un artículo, salir a comer un helado, hacer una presentación, un documento escrito, programar una aplicación móvil. Lo que sea. Solo piensa en ello.

Esa sensación de estar dedicado completamente a algo, de levantarte y acostarte trabajando para que ello funcione, es única. Es fenomenal.

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