Recordando a mi perrito

Siempre me pareció un perro fantástico, pero al principio no lo veía tanto como mio sino como de la familia, porque cuando él llegó a la casa yo acababa de salir de ella. 

Pero luego mi papá se fue, y Pulgoso de una cierta extraña forma me lo recordaba. Tal vez porque fue el último perro que mi papá llevó de la finca a la casa, o tal vez porque fue él quien le puso su peculiar nombre, "Pulgoso". 

Sea como sea, durante los últimos años lo empecé a sentir más propio, como si fuera completamente mio, casi como si viviéramos juntos, a pesar de que creo que nunca viví más de dos meses seguidos con él.

Pulgoso. 

Hace 5 días murió mi perro. El último perro de mi papá, el perro más querido por mi mamá y su inseparable compañero durante los últimos 4 años, el perro que acompañó a mi hermano en casi todo su bachillerato, casi que el único perro del que tengo plena consciencia de cuándo llegó. Y también cuándo se fue. 

Viajé y sabía que posiblemente era la última vez que lo veía. 15 años es bastante para un perro, a pesar de que se vean bien. Durante esos días lo acaricié como siempre, lo abracé y le di besos en las orejas como siempre, le hablé mientras él dormía, como siempre. 

Su pelaje tenía un olor especial que me gustaba. Lo miraba a los ojos y me decía cosas. 

Como alguna vez leí, viven menos porque ya saben lo fundamental. Y por eso no vienen a aprender, como nosotros, sino a enseñar.

Esto me hace preguntar la relevancia de las cosas por las que me preocupo, me hace reflexionar y pensar en qué es lo realmente importante.

Chao perrito.

Pulgoso esperando el postre. Circa 2015.




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