El secreto

Foto de Stefan Steinbauer en Unsplash



Creo que ya descubrí el porqué me es más fácil escribir en las noches: por el silencio. Nada distrae, no hay gente en tu casa hablando, no hay televisores o radios encendidas, no hay casi autos, etc. Reina en gran medida la quietud. Y en ese estado de cosas, comienzas a hablar contigo mismo, comienzas a hacerte preguntas, a repasar lo que sucedió en el día, a darte posibles respuestas, a increparte por palabras que no dijiste o acciones que no hiciste, o que por el contrario, dijiste e hiciste. Es el momento del encuentro contigo mismo. Y es algo que creo que todo el mundo debería hacer, y muy a menudo. Incluso opino que hasta el mundo sería mejor si todos hicieran eso. Eso ya sonó a cliché. Pero de verdad pienso que en algo ayudaría que las personas tuvieran tiempo para conocerse bien a sí mismas. Y no es algo que se pueda hacer de una manera totalmente intencional, es decir, tú puedes saber que adentrarte en tu mente puede ser bueno, conveniente, etc., pero no te vas a sentar en una silla durante horas, en medio de tus labores diarias, a esperar a que tu cabeza te haga preguntas. No funciona de esa manera, por lo menos para mí. Tú debes saber, o tener la intención, de reflexionar, tal vez hasta meditar (aunque creo que esto ya es mucho más profundo, puede ser que hasta todo lo contrario, meditar = no pensar en nada), pero las preguntas no van a aparecer en tu mente en medio del día, con el bullicio de tu alrededor, mientras hablas con personas, etc. Sólo aparecen cuando estás sólo. Y debes estar preparado para ello.

Comentarios