¡Mátenlo!, pero esperen, ¡no a la eutanasia ni al aborto!

Foto de Manny Becerra en Unsplash



La paradoja del montón, o paradoja de Sorites, es un cuestionamiento filosófico muy antiguo, "es una paradoja que aparece cuando la gente utiliza el «sentido común» sobre conceptos vagos, preguntándose por ejemplo: ¿En qué momento un montón de arena deja de serlo cuando se van quitando granos?"

Es decir, es el problema de definir límites. Por ejemplo, ¿cuándo se puede decir que un hombre es calvo?, ¿cuándo le quedan 100 pelos? o ¿cuándo le queda sólo uno?, ¿o ninguno?; o ¿a qué temperatura se puede decir que está haciendo frío?, ¿o calor?


Esto se puede aplicar a temas más relevantes, como ¿por cuáles motivos se puede condenar un hombre a muerte?, ¿cuando mata 100 hombres envenenándolos?, ¿o por matar a uno sólo pero de una manera atroz es suficiente?; o ¿en qué fase del embarazo el feto es ya un ser humano, y por tanto, realizar un aborto es prácticamente cometer un asesinato?

Estas son preguntas que no se pueden tomar a la ligera, y que han preocupado a las sociedades durante muchísimo tiempo, y que, tal vez, no tienen una respuesta, y posiblemente no la tendrán. Se podría decir que cada época ha dado un enfoque y una respuesta diferente a estas problemáticas. Pero actualmente, ¿cómo afrontamos estas discusiones? Creo que las seguimos afrontando como casi siempre, con violencia, rencor y odio. y aunque hay países "desarrollados" en donde estas situaciones que describo han sido superadas en gran medida, creo que no se puede concluir que porque una sociedad haya llegado a un nivel de desarrollo avanzado gracias al paso del tiempo y luego de etapas de violencia y dolor, entonces todas las demás sociedades se van a comportar igual. No. La distancia geográfica y cronológica muchas veces impiden conocer lo que otros han aprendido a las malas, y el olvido hace que la historia se repita. 


Digo esto porque me asombré hace unos días al ver una publicación en Facebook en dónde un medio de comunicación nacional invitaba a sus seguidores a votar en contra o a favor de la pena de muerte contra Rafael Uribe Noguera, el hombre que cometió vejámenes contra una niña de 7 años y luego la asesinó, Yuliana Samboni. Me asombró además que la votación fuera como un concurso, pues se veían los resultados en vivo y en directo, cómo iba aumentando tanto el número del SI como del NO. 


Pienso que esto fue ideado únicamente como una táctica para aumentar rating o visitas en la red social, y no creo estar muy lejos de la realidad, pero yendo más allá del espectáculo, tal situación me permitió ver el deplorable estado mental que tienen muchísimas de las personas de mi país. Me sentí presenciando algo así como los juegos del hambre. Un espectáculo primitivo, donde reina la violencia, el odio, el rencor, la sangre.

Fue este episodio el que me hizo pensar sobre las situaciones que podrían ameritar la pena de muerte. Y en mi opinión, nada puede llevar a eso. Algunos estarán de acuerdo conmigo diciendo que es preferible que la persona sufra de forma indescriptible durante mucho tiempo a que muera de forma rápida; otras estarán en desacuerdo diciendo que es mejor que muera con mucho dolor; otros dirán que para qué lo vamos a meter en la cárcel si allá lo vamos a tener que seguir manteniendo; etc. Los argumentos a favor y en contra pueden ser muy variados.

Sin embargo, mi motivo para decir que nada puede llevar a la pena de muerte, es que no tenemos forma de establecer un límite de forma objetiva. La mayoría de las veces podemos decir sin titubear cuando algo está bien y cuando algo está mal. Definir el castigo es un poco más complicado, porque se trata de imponer uno que recompense el daño hecho. Pero cuando se trata del castigo máximo, quitar la vida, hay que pensar con detenimiento. Porque para unos será necesario matar muchos hombres para merecer la pena de muerte, pero para otros con asesinar solo a uno será suficiente. Entonces, ¿cuál es el límite? Así se imponga un límite holgado, siempre existirán aquellos que aboguen por reducir las condiciones, por ir corriendo la raya, ir reduciendo el margen, y cada vez será más "sencillo" ser condenado a muerte. Y se puede llegar al extremo de que, por cualquier estupidez, el castigo sea dar la vida. 

Y si no, miren lo que pasa en Corea del Norte, donde quedarse dormido mientras habla el "Líder" puede ser bastante peligroso.

Comentarios