Noticieros deshumanizados

Foto de Nijwam Swargiary en Unsplash



Nota: el siguiente artículo está relacionado con los noticieros en Colombia. No podría decir que con todos los del país (porque no los conozco en su totalidad), y además me refiero específicamente a sus transmisiones de finales de la década de los 90s del siglo XX y las dos primeras décadas del siglo XXI.

Hace años dejé de tener televisión en el lugar donde vivo. No importa si es una estancia temporal o permanente. Claro, lo hago siempre y cuando sea algo que dependa de mi; no puedo obligar a mi mamá a que quite el televisor de su apartamento.  

Además, me refiero al servicio de televisión. Porque el aparato sí lo tengo, y veo en él series y películas en diversas plataformas de streaming: la nueva televisión.

Mucho antes de quitar el servicio de televisión ya había dejado de ver noticieros.

Y con esto no quiero dar a entender que aquellos que ven televisión, noticieros o ambos, tengan alguna característica en específico en su personalidad, que sean malas personas, menos inteligentes, estén controlados por el sistema o desconectados de la realidad. No estoy sugiriendo ningún tipo de correlación o causalidad entre estas variables y el hecho de ver televisión o noticieros. 

Simplemente llegué a un punto en el que no le veía sentido dedicarle tiempo a esas actividades.

Sin embargo, cuando almuerzo, sobre todo cuando almuerzo solo, y por fuera de mi residencia (en Colombia), me alegro de que en el lugar donde esté comiendo tengan encendido un televisor. No importa el canal. Me gusta más si es un canal cultural, lo cual casi nunca ocurre, o un canal deportivo, lo cual ocurre con mayor frecuencia. Pero la mayoría de las veces, lo que tienen sintonizado es el noticiero o la novela que, en Colombia, normalmente lo precede. 

De cualquier forma, sea el que sea el canal, me alegra un poco escuchar el ruido del aparato. Me recuerda otros tiempos, momentos similares compartidos con otras personas.

Pero a pesar de experimentar brevemente esta emoción, hace pocos días me hice consciente (y digo me hice consciente porque muy probablemente ya lo había pensado, y seguramente muchos de ustedes también, pero no había caído en cuenta de ello) de un motivo más para rechazar esas transmisiones de televisión conocidas como noticieros.

Simplemente, son inhumanos. No buscan informar. Al menos no como su principal objetivo. Buscan convencer y controlar. Y de paso, les importa un bledo las noticias y las personas que se ven involucradas en ellas. Esto es algo evidente que absolutamente todos hemos visto. Estoy seguro. Mi hice consciente de ello hace poco cuando, si no recuerdo mal, el noticiero estaba relatando una noticia relacionada con la muerte o desaparición de un niño y toda la tragedia familiar que esta situación envolvía, en medio de testimonios, fotos, grabaciones y melodías tristes, y de un momento a otro, en un segundo, pasaron a otra noticia en un extremo completamente opuesto, creo que algo de farándula.

Y yo, la verdad, no sé qué pensar. No entiendo cómo pueden hacer eso. Ni intelectual ni éticamente. Me refiero al director, a los presentadores y todos los que participan en el proceso de creación y organización del programa. 

Tampoco estoy diciendo que sí sé lo que deberían hacer. No sé si sea buena idea hacer un minuto de silencio después de cada noticia trágica; no sé si sea buena idea agrupar las noticias por su grado de tragedia. Incluso, no sé si tenga sentido mostrar ese tipo de sucesos violentos en televisión nacional. Puede que sí, puede que no. Puede que algunos sí, y otros no. Como siempre, establecer la línea divisoria es muy difícil. La paradoja de Sorites.

No quisiera ser familiar de ese niño o de la persona protagonista de la trágica noticia, y ver cómo aparece en televisión nacional, cuando yo, como familiar, lo que quería era mantener en privado mi dolor. Y luego, cuando tal vez ya hubiera aceptado que tal vez lo que me había pasado a mi no tenía por qué quedarse a espaldas del resto de la sociedad, vería cómo el noticiero pasa súbitamente de mi dolor a la alegrías mundanas o los triunfos superficiales de otros.

¿Esos programas están usando el dolor de otros para aumentar su audiencia? ¿Se podría considerar esto como una manera de revictimización?

No lo sé. El caso es que ahora trato de evitar los noticieros incluso cuando almuerzo fuera de mi apartamento solo. Porque aunque yo sé que la vida es así, que la vida continúa a pesar de todo, y que al universo y a la existencia misma les importa un comino lo que suceda con nuestras minúsculas e insignificantes vidas en esta roca húmeda que flota en el espacio en una de miles de millones de galaxias, ningún motivo me parece suficiente para demostrarle a las personas que nuestras vidas no les importan a los demás.  

Comentarios

  1. Muy cierto. En mi opinión los noticieros son amarillistas, y solo les interesa conseguir audiencia, lo más triste es que a muchas personas les gusta eso y para otros ya es algo normal y no cuestionan lo que ven.

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  2. Excelente postura los argumentos se dan por si solos....

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