Resplandor en la noche


Sling Blade, nombre original en inglés, de 1996, dirigida, escrita y protagonizada por Billy Bob Thornton.

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Y el niño asesinó a su compañero. Y luego, asesinó a su madre. No se si sintió dolor, nunca lo demostró mucho a lo largo de la película. Solo hablaba despacio, como si fuera un gran pensador, como si analizara cada palabra que fuera a cruzar por sus labios y a hacerse parte de este mundo. Porque cuando una palabra se vuelve sonido, se vuelve real, y está más cerca de fundirse con el mundo, de hacerse acción.
En fin, él era muy callado. Y así fue durante los más de 20 años que estuvo en ese sanatorio mental (esto me lo imaginó pues no tengo forma de comprobarlo ya que la película comenzó cuando él está a punto de salir del centro de rehabilitación mental), y así siguió siendo mientras estuvo por fuera de él.
Y aunque parecía que sufría de algún tipo de trastorno o deficiencia mental, ya fuera genética o desarrollada por los traumatismos de su infancia, dijo algo muy importante (para mi), algo que me gustaría fuera verdad: “….las cosas malas deberían sucederle solo a las personas grandes, no a los niños…” Es algo así como que durante la infancia recibes todo el amor que vas a necesitar para soportar los problemas de tu vida adulta, pero si en la infancia no recibes eso, sino que te llega dolor y lágrimas, tal vez ni siquiera tengas vida adulta, o si la tienes, no sea tranquila y feliz.
La película muestra como despiertan en este hombre los sentimientos de cariño y amor que estuvieron ocultos durante tanto tiempo mientras vivió en la clínica, y despiertan gracias a un niño y su madre, a quienes toma aprecio.
Sin embargo, en el ambiente hogareño de la madre y su hijo reconoce algo que le es familiar, algo que él vivió de forma similar cuando era pequeño. El hombre con el que vive la madre del niño es un ser detestable, es abusivo, intransigente, y les grita y les pega a ambos.
Con el paso del tiempo comienza a surgir en él de nuevo ese sentimiento de aversión, hacia aquel hombre insoportable, que tantos años atrás lo había impulsado a matar a su madre y a su amante. Cuando por fin tiene oportunidad, se queda solo con él y con una hoja de metal bien afilada, y antes de realizar su cometido, le pregunta cuál es el teléfono de la policía.
Finalmente lo degolla así como hizo con sus anteriores víctimas, y luego se sienta en el comedor de la casa a comer algunas galletas con mermelada, esperando a que llegue la policía para que lo lleven de nuevo a la clínica que durante tanto tiempo había sido su hogar.

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