Y TODO SE PUEDE ACABAR DE REPENTE

Nosotros, la mayoría de nosotros, la mayoría de los que leen este blog (bueno, los pocos que lo hacen, jaja), sentados en nuestras casas, en una silla cómoda, a resguardo del frío o la potente luz del sol, sentimos y creemos que todo está bajo control.

Pero no es así. Claro que no lo es. ¿Qué cómo me di cuenta? Encendí el televisor, y escuché de nuevo las noticias de Toribío en el Cauca. Parece que estuvieran reportando una guerra. Casi que lo es. Es decir, eso de escuchar constantemente sonidos de armas, ver personas heridas y muertas, sentirse en peligro, porque realmente existe la posibilidad de morir de un momento a otro, eso de verdad no se parece en nada al estilo de vida que llevamos, usted o yo.

Photo by Etienne Girardet on Unsplash


Ellos si entienden eso de que cada segundo es grandioso, porque de un momento a otro una granada puede estallar. En cualquier momento todo se les puede acabar.

Eso en muchas ocasiones se nos olvida, a todos. Creemos que tenemos el control. Pero no es así. Voy a ser un poco fatalista y extremista, pero es tan sencillo como que en este mismo instante haya un terremoto, se caiga este edificio, y yo no pueda salir de él. ¿Me lo había imaginado? Probablemente no. Es más seguro que ya hubiera hecho planes para mañana, la otra semana, el mes siguiente, o el próximo año. Eso está bien, claro. Pero no por eso se debe olvidar lo dicho anteriormente. Es como, lastimosamente, no acostumbrarse a las cosas. Nada dura para siempre. Todo cambia. Todo acaba. En 80 años, si todavía vivo, recordaré estos momentos como algo distante, casi que como una historia, como otra vida. Ya no existirá nadie ni nada de lo que existe ahora, probablemente. En esos momentos no será tan difícil, porque los cambios, si suceden normalmente, se darán poco a poco. Pero si esos mismos cambios ocurren repentinamente, claro que es terriblemente doloroso. Un día te acuestas con una vida, y al siguiente yo no está nadie, no almuerzan contigo las mismas personas, no llegan a tu casa a quienes esperabas, como ya había dicho, las costumbres cambian, y eso se extraña.


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