Mis vecinas
He vivido por unos 10 años en un conjunto cerrado con 5 torres, cada una de 13 pisos y 4 apartamentos por piso.
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Con el paso del tiempo uno va reconociendo a algunos vecinos, los saluda, a veces hasta identifica a qué torre pertenecen, y en algunos contados casos los pisos y hasta los apartamentos en los que viven.
Hasta principios del año 2020 reconocía a una señora que al parecer vivía con su hija. Las veía frecuentemente sacando a pasear a uno o dos perros. Ambas muy parecidas físicamente. Ambas con un claro sobrepeso (no sé si ya obesidad). La madre bastante fumadora. O al menos esa era la impresión que me daba porque siempre que salía con sus perros estaba fumando, y su aspecto (especialmente lo que alcanzaba a ver de su dentadura) me daban a entender que llevaba un buen tiempo fumando, y bastante.
Creo que viven en mi torre pero dos pisos más arriba. Nunca cruzamos más allá de un saludo, pero me parecían amables. Me las encontraba frecuentemente en el ascensor, en la puerta del conjunto o en los parques aledaños, ellas paseando a sus perros y yo caminando un poco para despejar la mente.
En marzo de 2020 empezó toda la locura del COVID-19, la cuarentena, las restricciones y todo lo que ya saben. No recuerdo si las vi durante ese periodo o durante ese año. Yo me dediqué principalmente a estudiar y a dar clases en línea. A mediados del 2021 las cosas comenzaron a retornar poco a poco a la normalidad, y en octubre de ese año viajé al exterior para acompañar a mi novia a iniciar su maestría. Fue una gran aventura, es algo que me gusta recordar, sobre todo las primeras semanas.
Regresé a mi apartamento en enero de 2022 para iniciar ya a dictar clases presenciales, y fue justo en esos primeros días o semanas que me encontré nuevamente con mi vecina. La vi igual que siempre, pero iba sola. No me pareció raro; a veces la veía a ella o a su hija por separado.
A los pocos días me encontré con otro vecino, que ya no recuerdo quién era, pero con el que me saludaba frecuentemente. Yo iba saliendo de mi torre y nos encontramos en el camino que llevaba hacia la entrada del conjunto. Nos saludamos y luego creo que nos encontramos con la vecina de la que he venido hablado. Iba sola. Los dos la saludamos y seguimos de largo.
En ese momento mi vecino me dice:
- ¿Si sabe lo que le pasó a la señora?
- No, ¿qué?, le respondí yo.
- Se le murió la hija por COVID.
En ese instante quedé impactado. Entendí por qué no había vuelto a ver a la chica y por qué su mamá iba siempre sola. No recuerdo bien si mi vecino me dio más detalles, como que la muchacha se había agravado luego de unos días, o si había fallecido en el apartamento o en un hospital.
En fin, hasta el día de hoy sigo pensando eventualmente en mi vecina. En la tristeza que debe llevar consigo todo el tiempo. En sus paseos al parque con sus perros, pero ahora sola. En lo inesperada, sorpresiva e "injusta" que puede ser la vida. Pienso en cómo habrá afrotado esos días cuando su hija estaba enferma, si habrá tenido alguien que la apoyara, si le habrá hecho falta algo.
Pienso en lo que las demás personas, en lo que todos, llevamos por dentro pero no comunicamos ni dejamos ver al exterior. En nuestros infiernos, en eso que callamos.
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