Reflexiones en medio de la cuarentena: Parte 2

Estos días que me la he pasado tanto tiempo encerrado (creo que no salgo hace una semana de mi apartamento) me sentido abrumado más que nunca por la cantidad de información que se encuentra en internet. La cantidad ya exasperante de opciones para matar el aburrimiento. Tantas, que aburren. Cientos de películas, de libros, de videos, de audios, de cursos, etc. Ya no hay tiempo para perder el tiempo.

Foto de Yohann LIBOT en Unsplash



Entro a Twitter, y todo el mundo dice algo constantemente, todos tienen una opinión, y todos quieren ser escuchados. Al menos en este pequeño, remoto y casi desconocido espacio virtual que es mi blog, mi voz tiene más presencia que ninguna otra. Pero, ¿quién puede leerme ahora con tantas cosas por hacer?

Y es que durante estos días de confinamiento puedo decir que he aumentado -aún más, como si fuera posible- mi "productividad", es decir, entiéndase: hago más rápido mis labores del trabajo, estoy estudiando más y mejor los temas de mi maestría, me he desatrasado de trabajos pendientes, estoy leyendo más libros, viendo más series, lavo platos, cocino y organizo el apartamento más veces que cuando tengo que ir a la Universidad a dictar clase, tomar Transmilenio - ¡qué pesadilla!-, almorzar por fuera y gastar muchísimas horas en trancones mientras respiro el aire poco puro y cada vez peor de esta ciudad.

Así como estoy yo, seguramente estarán otras personas. O por el contrario, muchos se sentirán completamente fuera de lugar permaneciendo tanto tiempo en sus casas con sus familias, y estarán sufriendo de depresión, ansiedad, claustrofobia o cualquier otra afección debida al encierro, y por tanto tampoco estarán haciendo nada.

En cualquiera de los dos casos, prácticamente nadie estará leyendo mi blog, como venía siendo desde antes de la pandemia.

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