¡A luchar por las sillas!

Foto de Jonas Jacobsson en Unsplash



Mi tesis es la siguiente, y es sencilla: muchos de los problemas de esta ciudad, Bogotá, se originan en la mañana, cuando las personas toman su transporte para ir a sus lugares de trabajo. ¿Por qué? Porque prácticamente desde que inicia su día, inician con problemas, se sienten incómodos, acosados, amenezados, etc. Es decir, ¡no han llegado a su lugar de trabajo y seguramente ya van de mal genio!

Y bueno, llegan a trabajar con la piedra afuera, y desde ese momento, todo les parece malo.

Además, está el otro problema de las sillas. ¡Coooño que bestialidad para entrar a un bus solo por coger sillas! Yo sé que uno quiere llegar descansado al trabajo, sobre todo si el recorrido dura entre 45 minutos y una hora, pero tampoco es para empujarse al límite de poner en riesgo la vida de otras personas que se podrían caer por el resquicio entre el bus y la estación. Esto de las sillas es una cuestión complicada, a veces prefiero ni sentarme en las azules, que son para personas con alguna condición especial, porque uno se sienta y queda como con la sensación de haber hecho algo malo, con la inseguridad de no poder dormirse tranquilamente porque en cualquier momento llegará alguien que, así no esté cansado ni le duelan las piernas ni esté mareado ni enfermo, se siente con la suficiente capacidad moral como para exigirle a uno que se levante, incluso si uno está dormido y realmente extenuado luego de un largo día de labores.

Creo que si se solucionaran los múltiples problemas que tiene el transporte en esta ciudad, se estarían solucionando también muchos otros problemas de convivencia.

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