EL ESPECTADOR (1969) - ANDRÉS CAICEDO


Me imagino que este relato describe cómo se sentía Andrés Caicedo antes de abrir el Cine Club. Antes de ser el director de este lugar, Andrés se iría en busca de alguien por toda la ciudad con quien poder conversar de alguna película, alguien sin pretensiones, que no supusiera que sus opiniones eran definitivas y únicas, alguien que no se creyera la máxima autoridad en crítica de cine.

Y parece que por fin, el protagonista del cuento,  después de mucho tiempo, encontró a ese alguien. Un hombre gordo que aprecia la película que a él también le ha gustado pero que a nadie más le gustó. Entonces dice, bueno, por qué no le hablo y le digo, hombre, que buena película, ¿a usted también le gustó? Si, y eso es lo que intenta hacer.

Pero nada que lo hace, no se decide, no sabe cómo empezar a hablar, y lo sigue mientras piensa en qué decirle, con qué tono de voz, con qué mirada y dirigida hacia donde, pero lo sigue siguiendo, en medio de la calle, ya muy de noche. El hombre gordo se percata, acelera el paso y se desaparece de la vista de Ricardo, el protagonista, para luego salir de una casa junto con grupo de amigos.

¿Y qué pasa entonces? El gordo y sus amigos quieren linchar a Ricardo, creen            que es marica y que lo estaba siguiendo quién sabe para que, y apenas Ricardo quiere explicar su modo de actuar empieza la paliza.

¿Qué quería decir Andrés con este cuento? Primero, demostrar la soledad en la que se encontraba, de la que intentó salir, pero que no pudo, o que no quiso. Y segundo, es un ejemplo de intolerancia como las que se vivían en su tiempo y como las que se viven ahora. Esto tal vez lo hizo a propósito, como una especie de denuncia de los maltratos a los que se veía él mismo sometido, o tal vez lo hizo simplemente como una parte de la historia de su cuento, sin pensar más allá.
Photo by Marten Newhall on Unsplash

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