EL NOMBRE DEL SILENCIO: OCTAVA PARTE

La operación salió bien, al parecer. Creo que mi mamá la vio toda, aunque no le he vuelto a preguntar si de verdad pasó así, o si me estoy inventando esto.

Foto de Johannes Plenio en Unsplash



Cuando mi papá llego el martes en la mañana a la clínica, lo estaban esperando mis tias y mi abuelo. Espero que eso haya sido gratificante para él, ya que ni mi hermano ni yo lo acompañamos, ¿por qué? porque no le dábamos importancia al asunto, queríamos convencernos de que era algo sencillo, que no valía la pena ir porque simplemente nada podía salir mal, y de alguna manera se lo dimos a entender a él, porque tampoco nos exigió que lo acompañáramos. Aunque creo que hubiera sido mejor ir. Por eso no es de extrañar que mi abuelito nos haya llamado luego a preguntarnos por qué no habíamos ido, y en cierta forma, a jalarnos las orejas.

Esa tarde lo ingresaron a la UCI, Unidad de Cuidados Intensivos, como era de esperarse, mientras recuperaba fuerzas para ser trasladado a una habitación. Mi mamá se mantuvo gran parte del tiempo con él, aprovechando además que en ese entonces trabaja en esa clínica. Yo fui a verlo el miércoles en la tarde, cuando me dijeron que estaba un poco mejor. Entré a su habitación, estaba con su bata y con el pecho descubierto dejando ver la extensión del corte que le habían hecho y que le bajaba más o menos desde la clavícula hasta la boca del estómago, todo cubierto como por cinta. Estaba un poco hinchado, sudando un poco, y conectado a varios dispositivos médicos. Me pidió que le dijera el comportamiento de algunas de las señales que registraban esos aparatos, para asegurarse que estaba bien. Siempre tuvo bastantes conocimientos de medicina, aunque era odontólogo. Mi mamá dice que es porque en la época de ellos les enseñaban muchas cosas, más que a los odontólogos de ahora.

Luego de unos cinco minutos si mucho, me despedí de él con un beso en la frente, y le dije que lo visitaría luego. Él me preguntó por mi mamá, y yo le dije que la llamaría para que fuera a verlo. Salí de la habitación, y nunca más volví a hablar con él.

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