EL NOMBRE DEL SILENCIO: QUINTA PARTE

Al día siguiente, domingo, creo que permanecimos todo el día en el apartamento. Ese día también ocurrieron sucesos que si pudiera, cambiaría. 

Foto de Vidar Nordli-Mathisen en Unsplash



En ese entonces mi papá estaba terminando un libro acerca de ortopedia maxilar. Ortopedia Maxilar Integral se llama, un texto que resumía una gran cantidad de casos que él había tratado exitósamente. a lo largo de casi 20 años. Creo que estaba finiquitando detalles de la portada, porque me preguntó cómo arreglaba algo de una imagen. Él usaba un minicomputador, de esos que fueron tan populares hace unos 5 años aproximadamente, y que no me gustaban por el simple hecho de que mis manos prácticamente no cabían de manera simultánea en el teclado. Tal ordenador me lo habían regalado en la universidad, como reconocimiento a mi rendimiento académico. El destino de ese equipo fue totalmente inesperado: nos lo robaron en una ocasión que estafaron a mi hermano, quien entregó algunas cosas preciadas.

Papá necesitaba que le ayudara a modificar algo en la imagen, y yo, como raro, ocupado siempre en cosas "más importantes" y estudiando temas de más que nunca apliqué, le ayudé de mala gana. ¿Por qué rayos hice eso? Obviamente ahora, con el poder de la distancia en el tiempo, puedo reconocer fácilmente mis errores, como le ocurre a todos los humanos. 

Ese día también intenté usar una cámara fotográfica analógica que había comprado hacía poco, pero que aún no dominaba completamente. Intenté probar un rollo nuevo, y para eso apunté hacia mi papá, que estaba sentado a la cabecera de la mesa del comedor trabajando en el computador, y disparé la cámara. Lo hice en dos ocasiones, nada más. Hubieran sido las últimas fotos de mi papá. Pero no fueron, porque había puesto mal el rollo, y se dañó completamente cuando lo mandé a revelar. 

De ese día domingo 27 de noviembre de 2011 no recuerdo nada más, lastimosamente. Creo no debí dejar pasar tanto tiempo para escribir esto, pero es que antes no pude haberlo hecho. Apenas en estos momentos, casi cinco años después, estoy logrando escribir de una manera clara sin que los pensamientos y recuerdos se abarroten en la puerta de mi mente. 

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