EL ROCK NO IMPLICA SATANISMO





Muchas de las personas que se consideran cultas y que creen tener en su mente los conceptos de “bien” y “mal” comprendidos en su totalidad, juzgan a diestra y siniestra a cualquier persona que use ropa diferente, que tenga otro aspecto, que escuche una música que no sea la que pasan constantemente por la radio  o que practique una profesión no muy común. Estos sujetos son aquellos que dan su impresión de una persona con solo verla durante diez segundos, y hasta se atreven a determinar estados psicológicos de ella, actitudes, profesión, problemas, situación económica, y muchas otras cosas más que en realidad requieren de un conocimiento  y un tiempo mucho más extenso.


El rock y muchas de sus derivaciones son unas de las víctimas más frecuentemente heridas por el tipo de personas que se mencionó anteriormente, pues ellas consideran todas las características de este género musical como algo maligno y perverso; por ejemplo, si alguna de esas personas ve a un hombre con el pelo largo, determina al instante que es un drogadicto; si ese mismo hombre está vistiendo una camiseta negra y además tiene el pelo largo, entonces es un satánico drogadicto; y si ese hombre, además de todo lo anterior, le gusta ponerse aretes, entonces es calificado como: satánico drogadicto homosexual.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, este ensayo será un abogado de aquél género musical nombrado en los párrafos superiores, y su objetivo será aclarar que este tipo de música no implica la presencia constante del satanismo, así como tampoco significa la difusión del mismo.

Según Pat Boone, “el rock es como un flautista encantador, pervertido, que conduce a toda una generación a la destrucción”[1]. Esta afirmación es bastante arriesgada, porque está calificando de pérfida a toda la música rock en general. Tal vez este hombre no conoce grupos de Metal como “Avantasia”, “Rata blanca”, “Kraken”, “Saratoga” o “Stratovarious”, que le cantan al amor, a los problemas que existen en el mundo, a la vida, a la búsqueda de un camino para llegar a la tranquilidad y la seguridad, a la evasión de la desesperación, entre muchas otras cosas que no tienen nada que ver con la destrucción y el satanismo.

 El rock, el metal y el punk tienen su origen en Estados Unidos, con cantantes como Elvis Presley, Little Richard, Chuck Berry, entre otros.[2]. Ya desde esos momentos se podía vislumbrar que este género no sería bien aceptado, pues se hacían críticas constantes y muchas personas, adultas casi en su totalidad, se mostraban en desacuerdo con aspectos tales como el baile que llevaba a cabo Elvis en sus presentaciones, pues según ellos, éste era muy erótico e incitaba al sexo desmedido.

A pesar de estos inconvenientes, el rock siguió su evolución y años después se empezó a dividir en muchos subgéneros, como el heavy metal, el power metal, el ghotic metal, cada uno con características muy marcadas, aunque todavía manteniendo las bases del rock, como lo eran los instrumentos musicales utilizados y algunas temáticas en las canciones.

En este último aspecto, el que se refiere a los temas tratados en el rock y en sus subgéneros, se puede decir que éstos hurgan todos los ámbitos de los sentimientos, critican las situaciones decadentes del mundo, hablan del amor y de la búsqueda de la felicidad, reflexionan sobre la depresión y la tristeza, crean mundos fantásticos donde la perfección es posible, se preguntan por la importancia de la vida y del mundo, convierten en trascendentales las cosas triviales, y se cuestionan por los errores que ha cometido la humanidad. Sin embargo, existen grupos de metal que no realizan sus canciones en torno a estos temas, sino que se centran en uno muy diferente, el satanismo.

 Y es precisamente este contenido el que le ha dado mala fama a todo lo que tiene una guitarra eléctrica distorsionada y una batería, o que utiliza voces muy agudas o guturales. La gente cree que como hay bandas que interpretan canciones centradas en este tema, entonces todas las bandas de rock se interesan por el satanismo y piensan que su principal objetivo es difundirlo. Si bien es cierto que el satanismo se ha adentrado mucho en la sociedad, no se puede pensar que todos los géneros aceptan esta temática para sus canciones.

Debido a este lado oscuro del rock y el metal, la gente comete constantemente el error de calificar como satánicas todas las bandas de este género; de lo que no se dan cuenta, es que en realidad lo que están haciendo es causar una gran indisposición entre quienes escuchan esta música y que además no están relacionados ni les interesa el satanismo. Como consecuencia, estos últimos se defienden de las críticas, algunas veces de una manera correcta, por medio del diálogo (aunque existen muchas personas que se cierran en si mismas y no aceptan explicaciones, por lo cual es muy difícil entablar un diálogo tranquilo con ellas), y otras veces por medio de agresiones verbales. Sin embargo, la mayoría de las veces salen triunfadoras las personas que creen que el rock es sólo satanismo, ya que si se actúa de forma adecuada y se entabla un diálogo con ellas, en casi todos los casos éstas no toman una actitud conciliadora y fingen no comprender, por lo cual los que escuchan esta música se desesperan, elevan el tono de la voz y hacen reproches, con lo que le dan argumentos a las otras personas para que digan que esos comportamientos son resultado de escuchar ese tipo de música. Por otro lado, si se responde en forma agresiva, entonces las otras personas van a decir lo mismo que en el caso anterior. De esta forma se puede ver como el rock y el metal llevan todas las de perder.

Además el rock y el metal tienen una pelea cazada, antigua y obvia, con la religión, especialmente con la cristiana católica, ya que es la más difundida. Desde sus inicios el rock siempre ha sido criticado por la iglesia, pues ellos consideran que esos “sonidos” y esas letras son manifestaciones del diablo quien quiere perturbar a los seres humanos.

 Y así como la iglesia  no acepta esta música y considera que los jóvenes o las personas que la escuchan van por mal camino, los adultos, en su gran mayoría, tienen la misma concepción. Entre ellos se destacan principalmente los padres de familia, pues son éstos los que siempre andan a la defensiva en este tema, debido a que quieren mantener protegidos a sus hijos y a que su educación estuvo muy fundamentada en los ideales de la iglesia, es decir, piensan lo mismo que ella en cuanto a esta música. Si un padre escucha una canción de rock, sin ser esta muy estruendosa, que también esté siendo oída por su hijo, inmediatamente le viene a la mente la idea de que él puede estar influenciado por el satanismo, o que puede estar consumiendo droga. Es como si muchos de los padres fueran repelentes a cualquier tipo de música estrepitosa, que contenga guitarras y baterías; ni siquiera se preocupan por escuchar qué es lo que dice la canción, no importa si ésta habla del amor o la vida, simplemente, como resultado de sus prejuicios, la condenan a muerte y la juzgan como algo altamente pernicioso.

Y es en este punto en donde se produce la discusión entre padres e hijos, pues éstos últimos, en el caso de que de verdad no estén involucrados en un ambiente satánico, se dan cuenta de la injusticia que se está produciendo y entran a defender sus gustos, ya que el rock no es para ellos algo superficial, sino que es un medio de expresión, tal y como dice la canción de Saratoga llamada “Heavy Metal”, es una música con la cual se identifican y en la que encuentran reflejados muchos de los sentimientos y situaciones que viven a diario; también puede ser que simplemente el ritmo y la melodía les llame mucho la atención. En todo caso, cuando los adultos atacan al rock o al metal sin conocer a cabalidad la canción, el grupo, o el entorno de esta música, están al mismo tiempo atacando a los jóvenes que la escuchan, les están diciendo que se música es mala, sin tener los argumentos suficientes para hacerlo, están señalando su música como basura, como algo siniestro que no sirve sino para producir daño. El error de muchos adultos está en la generalización, pues consideran a todas las bandas de rock como satánicas; si ven una banda con trajes negros, entonces eso significa que adoran al diablo; si un grupo utiliza un logo o una imagen oscura, misteriosa, o una figura no muy bella sino más bien fea, entonces los adultos también la definen como satánica.

 Aristóteles dijo: “La música tiene el poder de formar el carácter de una persona”[3]. Esto es cierto, y por esto mismo no se debe ser tan precavido con todas las bandas de rock. Si un joven de familia cristiana católica tiene claros los conceptos acerca de la religión que le han transmitido en su hogar a lo largo de toda su vida, entonces no tiene por qué peligrar al escuchar una canción en la que le digan que el satanismo es el camino que se debe seguir, ya sea que la canción lo diga directamente o a través de mensajes subliminales. Lo más probable que ocurra en este caso es que, como al muchacho no le interesan las canciones con contenido satánico, si le deben interesar bandas que en sus letras hablen de sentimientos, de pensamientos, de situaciones dolorosas, de problemas cotidianos, entre muchas otras cosas, lo que va a ocasionar que el joven agregue nuevos elementos a su carácter, va a empezar a ser más consciente de la vida, de sus dificultades, se va a dar cuenta que tal vez él es muy afortunado al tener muchas cosas que otros no tienen, es decir, el joven va a crecer en sus reflexiones y en sus pensamientos, aspecto que los adultos no son capaces de ver, y debido a lo cual siguen con su concepto errado acerca del rock y muchos de sus subgéneros, produciendo de esta manera continuos conflictos al interior del hogar o en el colegio, los cuales no tienen fundamento, y que lo único que hacen es producir riñas y ensuciar cada vez más el aspecto de esta música.




[1] BOONE, Pat. The roots of Rock´n Roll. Citado por VILLEGAS NARANJO, Germán. Al Borde del Abismo. Bogotá, Colombia, Instituto Misionero Hijas de San Pablo, mayo 2002, pág. 56.


[2] "Rock." Microsoft® Encarta® 2006 [CD]. Microsoft Corporation, 2005.

 


[3] ARISTÓTELES. Citado por VILLEGAS NARANJO, Germán. Al Borde del Abismo. Bogotá, Colombia, Instituto Misionero Hijas de San Pablo, mayo 2002, p

Comentarios