Racionalización del instinto
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Despertó porque durante la
última media hora había tenido que hacer mucho esfuerzo. Al abrir los ojos,
sintió un profundo ardor en ellos producido por las gotas de sudor que
lentamente descendían por los lados de su nariz desde su frente.
Estaba confundido, no
entendía lo que pasaba. Era realmente descabellada la idea de tener que pensar
para poder respirar, pero por increible que pareciera, eso era exactamente lo
que le estaba sucediendo.
Tenía que concentrarse
intensamente para poder darle a sus pulmones la orden de que se expandieran y
recibieran aire. ¿Cómo era posible que a un ser humano se le olvidara
respirar?.
Julio aún no sabía si se
encontraba soñando o si de verdad estaba viviendo esa pesadilla. Sentía como,
luego de expulsar el aire de su interior, sus pulmones permanecían
completamente inmutables, y segundos después la desesperación lo invadía y la
sensación de asfixia lo obligaba a pensar de nuevo en respirar. Racionalización
de la respiración, pensó él, absurdo, como si fuera posible que la parte más
básica y primitiva de mi cerebro pudiera borrar todo aquello para lo que está
programada.
Tras cada nueva orden hacia
sus pulmones, aspiraba que todo volviera a la normalidad, y pudiera seguir
durmiendo, porque mañana es un día muy importante, debo ver a Mr. Jhonson y
cerrar el contrato, y visitar a Mary
para llevarle su regalo semanal, pero nada que su cerebro, o sus
pulmones, o ambos reaccionaban. Finalmente, luego de varias insoportables
apneas, fue sintiendo poco a poco como tenía que hacer cada vez menos esfuerzo
para recibir oxígeno.
Cuando despertó, miró su
reloj de pared, y haciendo cuentas rápidamente en su cabeza, como buen
economista, concluyó que sólo tenía 10 minutos para bañarse, vertirse y desayunar,
puel el bus que debía coger pasaba sólo únicamente cada media hora. O mejor no
me baño, no pasa nada si no me baño un día, lo importante ahora es llegar a
tiempo donde Mr. Jhonson. Cogió su portafolios, se arregló la corbata, y salió
rápidamente de su casa. Estaba tan apurado que había olvidado la razón de su
retraso. Pero habiendo caminado pocas cuadras algo le hizo recordarlo. Sus ojos
le ardían, y le picaban, y él parpadeaba con gran insistencia, y la comezón
desaparecía, pero pasos adelante surgía de nuevo, y Julio no entendía, no
entendía que pasaba con sus ojos, pero eso no importaba, porque lo más
importante era coger el bus para llegar a tiempo a la cita con Mr. Jhonson.
Pero la molestia aumentó
tanto, que Julio detuvo sus rápidos y largos pasos, y cuando estuvo ya quieto y
con las manos en los ojos, entendió lo que estaba pasando: sus ojos habían
olvidado cómo parpadear.
Primero se me olvida
respirar, y ahora parpadear, ¡¡qué clase de cerebro tengo!! Como la noche
anterior, Julio tenía que concentrarse para darle la órden a sus párpados de
que bajaran y subieran constantemente. Este proceso le impidió llegar a tiempo
al paradero de buses, y maldiciendo emprendió el camino de regreso a su casa.
¡¡¡Cuán molesto era
ordenarle a cada momento a sus párpados que bajaran y subieran rítmicamente,
sintiendo siempre como su esclerótica se impregnaba rápidamente de partículas
de polvo que transitaban de un lado a otro a través de las corrientes de
aire!!!
Estaba realmente enfadado
con el cerebro que tenía. ¡¡Tan sólo tengo treinta años, y ya me falla como si
tuviera cien!!! Al llegar a su casa, meditó un momento, y decidió que lo mejor
era ir a visitar a Mary para comentarle todo lo que le había sucedido. Ella
sabrá que hacer, siempre le encuentra alguna solución a los problemas.
De este modo Julio dejó su
portafolios sobre el sofá, se quitó la corbata, y salió de su casa a tomar el
bus que lo llevaría al departamento de Mary.
Al llegar, miró su reloj de
bolsillo. Las doce menos cuarto, debe estar haciendo el almuerzo. El timbre
sonó, y Mary soltó la indumentaria de cocina que tenía en sus manos para
dirigirse a la puerta y averiguar quien era. No creo que sea Julio, a esta hora
debe estar en su cita con Mr. Jhonson. Al ver por el ojo mágico de su puerta,
se sorprendió al ver a aquel de pie frente a su departamento, y se sorprendió
aún más al ver la cara que tenía.
Cuando abrió la puerta,
pensé en entrar intempestivamente y expresarle toda mi rabia, pero pensándolo
mejor, sólo digo hola, y ella que tal, sigue, gracias, ¿qué pasó con Mr.
Jhonson? Tuve problemas Mary, y aún los tengo, estoy disgustado, pero también
asustado, porque acaba de ocurrírseme algo que me podría suceder si mi cerebro
sigue así, algo estúpido e improbable, pero fatal.
Mary lo miró extrañada, y él
cerró sus ojos, como para descansar un poco del gran esfuerzo que había tenido
que hacer desde la noche anterior. Se recostó en el sofá, y permaneció así
hasta que los paramédicos de la ambulancia que Mary llamó determinaron que
estaba muerto. Motivo: paro cardíaco. Al corazón de Julio se le había olvidado
latir por un momento, tan sólo por un momento.
Autor:
Julio Caicedo.
16
de mayo de 2009.
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