UN UNIVERSO PREDETERMINADO PARA EL HOMBRE

Foto de Greg Rakozy en Unsplash



Si alguna vez has visto al cielo durante una noche totalmente despejada y en un lugar bastante oscuro, con una luna extremadamente brillante y con una incontable cantidad de puntos radiantes, a los cuales regularmente les llamamos estrellas, seguramente habrás quedado totalmente extasiado.

Realmente el sentimiento es indescriptible, es como si alguien viviera en una burbuja y estuviera observando el inmenso océano que lo rodea. Y cuando lo observa, se da cuenta de que las dimensiones de su hogar son muy pequeñas con respecto al resto de burbujas y sistemas que habitan la vasta cantidad de agua, es más, es tan extraordinariamente diminuta su burbuja que ésta podría eliminarse por cifras significativas representando esto que su existencia realmente no juega un papel importante en medio del mundo marino.

Pero, ¿alguna vez te has preguntado, mientras observas una bella noche estrellada, si existe de una u otra manera una relación entre los cuerpos celestes y galaxias del resto del universo con nosotros? Probablemente tu respuesta sería que no, pues esos cuerpos están a distancias inmensas, tanto, que hasta su luz, que recorre 300000 Km. en un segundo aproximadamente, se demora a veces hasta millones y millones de años en alcanzar nuestro planeta. Este hecho conlleva a una de las más asombrosas consecuencias que resultan de tomar conciencia de la grandeza del universo, la cual consiste en que nuestra visión del él, las fotografías de galaxias distantes que toman los telescopios y las imágenes que tienen los científicos de estrellas lejanas, todas nos dan a conocer la forma que tenía el universo hace mucho tiempo, hace miles de años, o tal vez millones de años, o quizás centenas de miles de millones de años. Esto significa que nuestro presente es el pasado del resto del universo; cuando tú levantas la mirada hacia el cielo en una noche estrellada, estás observando un aspecto muy antiguo del cosmos, estás tal vez observando cuerpos celestes que explotaron hace demasiado tiempo pero que su luz los mantiene aun con vida para nosotros.

Sin embargo, tu respuesta no es correcta, ya que muchos de los objetos que existen en el universo, tales como nebulosas y estrellas de gran masa, tuvieron una función fundamental en tiempos previos a la existencia del sistema solar, y por consiguiente, de la Tierra.

Aquella función no fue nada simple, al contrario, fue algo realmente complejo e importante que permitió que la vida existiese en el planeta Tierra, es decir, las estrellas de gran masa y las nebulosas fueron prácticamente quienes nos dieron la posibilidad de existir. Sin embargo, este proceso que duró millones de años es algo un poco curioso y misterioso, porque cada uno de los hechos que se dieron durante él parecieron estar encaminados hacia un solo objetivo, el cual era dar la vida.

El papel que desempeñaron las nebulosas, y que todavía hoy en día cumplen, fue el de dar origen a las estrellas, tanto de gran masa como de poca, y he aquí en este hecho el primer problema que se presenta en este largo proceso: ¿cómo sucede que una gran nube de polvo e hidrógeno gaseoso de lugar a un cuerpo celeste que emite luz? Actualmente existen muchas teorías, unas más probables que otras, pero ninguna totalmente comprobada. Hay quienes hablan de supernovas que explotan y originan una onda de choque que desestabiliza las nebulosas, otros proponen choques entre las nubes moleculares, y otros hablan como de ondas sonoras que son las que chocan con las inmensas nubes de polvo e hidrógeno.

Luego de mucho tiempo, cuando las estrellas de gran masa se ven formadas completamente, empiezan a emitir luz, y es en ese momento cuando comienzan a desempeñar la función tan importante que se mencionaba arriba, la cual consiste en la producción en su interior de elementos químicos que permiten la existencia de la vida, tales como el carbono, el hierro, el magnesio y otros cuantos.

De esta forma, las primeras estrellas de gran masa cocinaron en su interior algunos elementos químicos más pesados que el hidrógeno, elementos que posteriormente fueron expulsados hacia el espacio interestelar luego de que las estrellas explotaran. Después de esto, se formaron estrellas de segunda generación que tenían ya en su misma constitución química los elementos que las estrellas de primera generación habían producido en su interior. Nuevamente, las estrellas descendientes formaron en su núcleo elementos aún mas pesados, los cuales también fueron expulsados al espacio luego de gigantescas explosiones.

Gracias a esas estrellas que explotaron es que nosotros existimos, porque nuestro planeta se formó con los elementos que ellas habían producido, y debido a eso la vida se pudo desarrollar. Además, nuestro sol es una estrella de tercera generación, es descendiente de las estrellas que explotaron, y aunque no es una estrella de gran masa, su presencia ha permitido que tanto animales como plantas se desarrollen a lo largo de miles de años.

Pero aquí está el segundo interrogante: ¿cómo fue que sucedieron los hechos exactos y necesarios para que la vida y por tanto el ser humano existiera? Efectivamente, cada uno de los pasos que se dieron durante el desarrollo del universo pareciera haber sido colocado con sumo cuidado por una mano creadora y organizadora, cuyo fin era posibilitar la existencia del hombre. Con sólo haberse producido una variación en la fuerza nuclear entre las partículas subatómicas, hubiera sido imposible la formación de átomos de hidrógeno, y por tanto de nebulosas, y por consiguiente de estrellas, y finalmente, de planetas aptos para la vida. Si por alguna razón la carga eléctrica de los electrones hubiera variado en una mínima cantidad, la vida tampoco se hubiera podido desarrollar.<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]-->

De esta manera se pueden encontrar infinita cantidad de posibilidades que hubieran impedido el desarrollo de la vida, posibilidades que parece que nunca se tuvieron en cuenta, posibilidades que parece que se hubieran desechado desde un primer momento, siendo reemplazadas por sucesos y procesos asombrosamente exactos y necesarios para la formación de la vida y para la conformación de un planeta como la Tierra.

En síntesis, es como si el universo desde un principio hubiera querido desarrollar seres como los humanos.
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<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]--> BARROW, John D. y SILK, Joseph, Estructura del universo primitivo.

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